Vivimos en una sociedad consumista, rápida y exigente a un nivel que se nos está yendo de las manos, ¿no os parece? ¿Soy yo la única sobre la faz de la tierra que se siente agobiada, desactualizada cada día y como si siempre llegara tarde a todo? Una serie se pone de moda, esa moda dura dos días y luego llega otra. Pero si todavía no me ha dado tiempo a ver 'Gambito de Dama'. Con la moda y las tendencias pasa casi lo mismo. Esta mañana decía a una compañera: "me encantan las camisetas desteñidas", pensando en una nueva colección de nuestra tienda. "Era tendencia ya el año pasado", me dice. "Y qué más da", pienso. Yo como Malamadre siempre llego tarde y mal. Va a ser verdad cuando mi hija de 9 años me dice: "mamá, ¿qué sabrás tu de moda?", cuando intento organizarle los looks por las mañanas para evitar la hecatombe mundial.

El caso es que queridas amigas de los 80, a mí me genera ansiedad. ¿El qué? Me genera ansiedad todo y más. Me genera ansiedad tener el iphone desactualizado porque no tengo tiempo y no haber descargado las fotos en tres años. Me genera agobio no poder leer todos los libros que me pido compulsivamente por internet. Me genera ansiedad no poder leer todos los días todos los periódicos porque, claro está, hay que contrastar para tener libertad de opinión… no vaya a ser que luego opine y me equivoque o resulte incoherente. Me genera ansiedad no poder escuchar todos los podcasts que me gustaría porque ya me he cansado de ir con los cascos por casa y no enterarme de nada, ni del podcast ni de lo que me dicen mis hijas, que yo me vengo arriba, me creo multitasking y acabo tirando el pañal a la lavadora porque hay que estar a lo que hay que estar. Estar presente en lo que estamos, en el aquí y ahora dicen las expertas de coaching y mindfullness. Eso es otra cosa que en vez de relajarme, me genera más estrés.

Nada bueno puede salir de esto. Me genera taquicardias no darle me gusta a los posts de instagram porque luego dicen que el algoritmo me penaliza. Me genera ansieté sin fin no comprar pan ácimo, no ir a cenar a ningún sitio de moda, no echarme la crema exfoliante que me regalaron hace tres años y se va a caducar, no haber usado ninguna de las cajas de experiencias que colecciono ni probar un tratamiento de esos de radiofrecuencia, que seguro que dejarían mi piel estupenda. Pero yo no sé de dónde saca la gente el tiempo.

Esta mañana otra compañera me decía "ahora te leo, que estoy saliendo del fisio" y yo le decía "eso necesito yo". A veces me concentro y pienso: "si lo imaginas es como si fueras"… Llevo diciendo que voy a ir al fisio cinco años. Mi compi es joven y no madre y me decía "claro, hay que autocuidarse como tú dices Laura". Calla, calla, no me lo recuerdes, pero es que eso no es cuidarse, eso es vidorra nivel leyenda… Ayer ya gasté mi vale de autocuidado cuando me fui a andar una hora en soledad.

Esto de estar al día y en la actualidad permanente, llévalo a todos los terrenos. Que acaba el Consejo de Ministros, pues ya me está llamando un medio de comunicación para dar mi opinión sobre la nueva propuesta presentada. ¿Qué opinión ni opinión? ¿Te crees que soy superwoman? Me pillas recogiendo a mis hijas del colegio, la pequeña está con fiebre, otra vez, así que ahora mismo es que no sé ni qué es eso del Consejo… Dame margen, mándame un whatsapp o llámame en otra vida. Eso es como cuando alguien te llama y te dice: "¿te pillo bien?"… Pues mira, bien no me vas a pillar nunca, así que aprovecha que te he cogido y dispara antes de que tenga que colgar.

Que Pedro Sánchez presenta el plan 2050 con 600 páginas, 12 ejes de actuación, con la conciliación en paradero desconocido, pues a las dos horas se da por hecho que lo he leído, subrayado y analizado como si de una tesis doctoral se tratara. Lista para que me pregunten por el epígrafe quinto o por cuántas veces se nombra la palabra conciliación. Cinco veces, por cierto y ninguna con una propuesta concreta, por si os lo preguntabais.

Esto de tener un perfil público te obliga a contestar todos los comentarios, leer los miles de mensajes que recibes y además opinar sobre cualquier cuestión social, política o económica. Pues yo creo que "hasta aquí hemos llegado". Reivindico el no enterarnos, el preguntar "perdona, de qué me estás hablando" sin parecer un extraterrestre, el decir que no una y mil veces, la procastinación por derecho y lo que es peor: el equivocarnos. Porque esto es un estrés que no se puede aguantar. Y después de más de un año de pandemia yo estoy por ponerme en huelga, colgar el cartel de "solo sé que no se nada" y andando.

¡Ah! Una cosita, otro tema grave que me preocupa. Si de un tema no me posiciono o no hablo, no quiere decir que no me importe, que pase de ello o que no esté de acuerdo, quizás, solo quizás, no tenga una posición clara, me falte información, no sea quién para opinar y quizás es que no en todo se puede estar a la izquierda o a la derecha, elegir blanco o negro, verde o rojo, quizás haya grises y quizás, hoy más que nunca, necesitamos ver esos matices, buscar lo que nos une en vez de lo que nos diferencia. ¿Os imagináis poder volver a esos grupos de amigos y amigas en los que no importaba si eras de un bando u otro porque la amistad estaba por encima de todo? ¡Pues eso! Desde aquí reivindico el poder estar de acuerdo con todas las personas y con ninguna. Así todo a la vez.

Va a ser que el mundo se está volviendo un poco loco y que la tiranía de la inmediatez va a acabar con nosotras, al menos conmigo. ¡Que se pare el mundo que necesito bajarme un ratito, eso sí sin pandemia!