Es tiempo de terrazas, chiringuitos, raciones y trasnochar. El verano no solo trae calor, si no también más horas de luz que, junto con las vacaciones, aprovechamos para socializar más sabiendo que no dentro de mucho, volverá el frío y la noche aparecerá antes.

En este panorama, la buena alimentación se olvida a pesar de que las frutas y verduras apetezcan más que nunca por su capacidad de refrescarnos. Los refrescos azucarados, helados y raciones a la sombra de una cervecita o un tinto de verano también hacen acto de presencia, muchas veces, más frecuentemente de lo que deberíamos.

Los nutricionistas y las noticias sobre alimentación repiten un mantra constante: consumo ocasional y moderación. Pero, otra cosa es lo que entendemos cuando nos dicen esto. De hecho, para más de uno ocasional significa cada vez que tengamos ocasión. Y es que somos animales cuadriculados para lo que queremos, y a veces es necesario que nos digan cuántas veces concretas es aquello de ocasional.

Cuando hablamos de alimentos de consumo ocasional nos referimos a los alimentos que están en el vértice superior de la pirámide de la alimentación. Resumidamente, donde está todo lo que nos gusta y nos apetece más porque son ricos en sal, azúcares y grasas, de las cuales no suelen ser las más cardiosaludables. Y, aunque no está prohibido (un alimento, por el hecho de ser un alimento, raramente se debe prohibir), las veces que se recomienda que lo consumamos son mucho menores que los alimentos que están en la base: las citadas frutas, verduras, granos integrales o, incluso, los frutos secos y las legumbres.

La realidad es que no hay una regla de tres fija. Es decir, no podemos decir 'una vez a la semana' o 'un par de veces al mes'. ¿Por qué? ¿Es incorrecto? No del todo, pero cuando nos dicen que podemos comer una hamburguesa un par de veces al mes parece que estamos obligados a comerla. Y no es así. Se debe entender que se recomienda que, como máximo, se consuma un par de veces. Pero que, si no lo consumimos, también estaría bien. Algo que parece obvio, pero que, si hacemos retrospectiva, más de una vez hemos caído en esta trampa autoimpuesta.

Tampoco entendemos que la pirámide es un grupo unido. Dicho de otra manera, si la recomendación es 'un par de veces al mes' no es un premio acumulativo. Quiere decir que, repetimos, como máximo, un par de veces al mes podemos comer alimentos de este grupo, pero de forma colectiva, no individual.

No podemos comer un par de veces al mes hamburguesas, más otro par de veces pizza, más otro par de helados, etc. Sería un par de veces entre las cuales, una puede ser pizza y la otra otro alimento. Pero claro, ni lo entendemos así la mayoría de las veces, ni lo queremos entender la otra parte restante de esas veces.

Además, vivimos una corriente de 'desnegativizar' los alimentos, ya que nos hemos tirado los nutricionistas muchos años con el 'no' en la boca. De esto no, esto tampoco y esto cuidado que tiene mucho azúcar. Hemos confundido informar con dar miedo. Y ahora tenemos que dar marcha atrás y decir: ojo, que no son malos estos alimentos en sí, si no las veces que lo comemos, que son demasiadas.

No es de extrañar que nos digan que no nos ponemos de acuerdo con las recomendaciones. Mientras hemos estado años diciendo que lo peor del mundo son los ultraprocesados, este año vivimos el boom de helados presuntamente más saludables con la cara y firma de nutricionistas. Que puede que sus ingredientes sean mejores, pero no se escapan del famoso “ocasional y con moderación”.

Efecto halo lo llaman, haciendo referencia a que, cuando sentimos o entendemos que algo es 'más sano', lo consumimos más veces y en más cantidad. Y un helado, unas galletas, una pizza o un croissant, por muy integral y por mucha pasta de dátil que lleve, no deja de ser un alimento para consumir dentro de ese 'par de veces' al mes que hablamos. Por eso, lo mejor es entender que si se come, bien, no superando 2-3 veces al mes, y que elijamos bien qué vamos a comer esas veces, ya que hay muchos alimentos en el grupo y entre todos, no deberíamos superarlo.

Si haces cuentas, vamos muchas más veces a un chiringuito o al congelador a por un helado que 2 o 3 veces al mes. He ahí el dilema de cada verano.