El semáforo, NutriScore, los sellos negros chilenos… El mundo de la nutrición no se pone de acuerdo con cual es la mejor manera de informar y educar al consumidor a través del envoltorio de los alimentos. Parece que ninguno de los sistemas de “sellos” nutricionales acaba de convencer a todo el mundo y que, en mayor o menor medida, todos tienen fugas o llevan a malentendidos en el momento en que hacemos la compra y los vemos en los estantes del supermercado.

Lejos de las guerras políticas y de intereses que pueda haber detrás, lo cierto que, tanto Europa como el Gobierno de España y nuestro Ministerio de Consumo, parece que han dado marcha atrás con el NutriScore. Un sello que prometía ser el definitivo y que nos ayudaría a elegir los mejores productos para llenar nuestra cesta de la compra. Impulsado por el Gobierno Francrés, apoyado en un principio por el ministro Garzón y por un amplio sector de científicos, nutricionistas y empresas, ha acabado en agua de borrajas.

En toda esta marejada y cruces de alegatos entre los defensores de cada uno de los sistemas, el Gobierno Italiano apela a España a través de su embajador en un acto celebrado en Madrid para que apoye otro sistema más en discordia: el Nutrinform Battery. En este caso, un sistema más de etiquetado frontal de alimentos, que promete ser más objetivo, no discriminatorio y que fomenta la dieta mediterránea y mejora nuestros hábitos de alimentación. Dicho de otra manera, todo lo que también prometían sus predecesores.

Este sello ha sido desarrollado por los Ministerios de Salud, Desarrollo Económico, Agricultura y Asuntos exteriores de Italia, junto con expertos en nutrición (cómo me ha escamado siempre cuando dicen “expertos en…” y no un título reconocible…) del Instituto Superiore di Sanità (ISS), el Consejo de Investigación Económica y Alimentaria (CREA), y representantes de gremios de la cadena agroalimentaria y consumidores.

Según sus autores, Nutrinform Battery se basa en datos de raciones diarias recomendadas (y no en 100 gramos como el resto) y se centra en una dieta en la que el propio consumidor pueda gestionar y elegir, y no en que las marcas hagan trampas en sus ingredientes para tener una letra o color favorable en un semáforo. Algo que ya hemos vivido con NutriScore. Como subiendo la cantidad de algún ingrediente que puntúe mejor se puede obtener una mejor posición con el sistema.

¿Cómo es este nuevo sello? No deja de ser otro logotipo en el frontal del producto alimentario, pero esta vez en color azul para que, según sus defensores, no se influya en la decisión de compra y solo se informe. Está formado por símbolos de baterías que incluyen el contenido en calorías, grasas totales, grasa saturada, azúcar y sal que tiene una ración de ese alimento.

¿Es el sistema definitivo? Permítanme dudarlo. Primera fuga que he encontrado: ¿quién dice cuál es la ración de consumo? Adivínenlo: el fabricante. Ya hemos vivido como cada fabricante puede decirte que la ración de consumo es mucho menor de lo que normalmente se consume para poder decir que es más sano “por ración”. Dicho de otra manera, puede que un fabricante de galletas decida que su ración de consumo son dos galletas, cuando la realidad es que con dos galletas el consumidor se queda igual que si no hubiera comido. O como pasa con las patatas fritas de bolsa grande: la ración es un quinto de bolsa, y la realidad es que, si no es entera, media bolsa nos podemos comer de una sentada.

Nutrinform Battery

Por otro lado la simbología: dibujan una especie de pilas, las cuales, según la cantidad de calorías, grasas, grasas saturadas, azúcar y sal están más llenas o menos llenas. Evidentemente cuanto más llenas, peor. Es decir, en principio, si un alimento tiene las baterías o pilas muy rellenas, es que es menos saludable. Pero, ¿qué pasa con alimentos como el aceite de oliva, la mantequilla o una conserva como las anchoas? Está por ver cómo se representa y cómo lo entiende el consumidor.

Lejos de ahondar más en este sistema, personalmente creo que vuelve a cometer el mismo error de base que todos los sistemas que se han propuesto: se evalúa cada alimento por separado. Es decir, se habla de lo que aporta cada alimento y no se tiene una visión global de la alimentación de la persona. Se usa como referencia unas calorías al día generales, cuando sabemos que cada persona tiene un gasto totalmente diferente, no se habla de frecuencia de consumo, y este sistema seguramente acabe aplicándose en los packs de alimentos que, en su gran mayoría, serán ultraprocesados.

Dicho de otra manera, es la misma información que tenemos en la parte trasera del pack, puesta en bonito, pero que ni de lejos hace una educación alimentaria al consumidor. ¿De verdad sabemos qué cantidad de sal es mucho o poca para un alimento? Depende de cada alimento, de cada persona, de cada dieta. Con lo fácil que sería indicar en cada alimento las “veces al día, semana o mes” que se recomienda el consumo. A veces se trata de hablar menos de números y más de alimentos y patrones alimentarios. Así de fácil, pero así de difícil a la vez. No por nada nutrición humana y dietética es una carrera y no un folleto que se lee mientras haces la compra.