La Asociación Española de Pediatría lo tiene claro: “Cuál es el mejor tacatá para los niños? El que no se usa”.

Los pediatras llevamos años informando a los padres y madres que acuden a nuestras consultas que comprar un tacatá o un andador no es buena idea. No lo es. Veamos algunos datos:

Las estimaciones a partir de la información recogida en la European Injury Database indican que, en los 28 estados de la UE, cada año se producen aproximadamente 580 lesiones relacionadas con andadores en niños de entre 0 y 4 años lo suficientemente graves como para necesitar asistencia sanitaria.

  • Entre un 12 y un 33% de los niños que utilizan un andador sufrirán un accidente.
  • El riesgo de caerse por unas escaleras se multiplica por 4 con respecto a los niños que no lo utilizan
  • Tienen el doble de riesgo de sufrir un traumatismo craneoencefálico y de fracturas de brazos y piernas.
  • Mayor riesgo de quemaduras e intoxicaciones.
  • Los niños que utilizan andadores tardan más en andar.

Es por todo ello que países como Canadá han prohibido su publicidad y su venta hace ya años. Es como darle un Ferrari a un chaval de 14 años, decimos habitualmente y así es. Pensad que los andadores los utilizan los niños cuando aún no saben andar, entre los 7 y los 12 meses. Y es justamente en esa fase donde nuestros hijos han de estar en el suelo: gateando, los que gateen; reptando, sentándose, levantándose, midiendo sus movimientos, mirándose los pies cuando dan sus primeros pasitos, ejercitando sus músculos, estableciendo sus puntos de referencia y desarrollando su equilibrio.

Si en esa edad no saben andar es precisamente por eso, porque antes han de experimentar todo esto.

Si les ponemos en un tacatá nos saltamos una fase vital en su desarrollo motor. Además, el niño al estar apoyado con sus manos para caminar establecerá unos puntos de equilibrio erróneos, que no son los que luego necesitará para iniciar la marcha por sí mismo.

¿Y por qué aumenta el riesgo de accidentes?

  • Avanzan a una velocidad mucho más rápida de lo habitual.
  • Tiene acceso a cosas y objetos con más facilidad y aunque pretendamos estar pendientes de ellos sin apartar la vista ni un instante, es inevitable despistarse 2 segundos para coger el teléfono, para apagar el horno o para cerrar una puerta… Esos 2 segundos es el tiempo necesario para que nuestro hijo se caiga por unas escaleras o se golpee contra una estantería y le caiga un objeto pesado encima.

La Academia Americana de Pediatría es aún más contundente y propone:

  • 1. Prohibir la fabricación y venta del andador para niños.
  • 2. Educar a los padres sobre la ausencia de beneficios y los riesgos demostrados, sobre todo en relación con las escaleras.
  • 3. Programas comunitarios de recogida de andadores y reciclaje de sus materiales.
  • 4. No permitir el uso del andador en los centros autorizados para el cuidado de niños.

Sé y soy consciente de ello porque he hablado en infindad de ocasiones tanto en redes sociales como en mis libros que habrá mucha gente que lea esto y diga:

- Pues yo los usé con mi hijo y nunca le pasó nada.

Bien, ¡qué suerte! Pero el hecho de que a tu hijo no le haya pasado nada no quiere decir que no pase. Los resultados bajo tu experiencia personal o la experiencia de tus amigos y conocidos en ningún caso se puede extrapolar al resto de la población mundial ni hacer recomendaciones universales en base a tu opinión o experiencia personal. Lo que os muestro son datos recogidos tras años de estudios y recomendaciones de organismos oficiales que velan por la seguridad de todos nuestros hijos.

Así que la próxima vez que alguien quiera regalarte un andador, un tacatá o un correpasillos agradéceles amablemente el ofrecimiento y cámbialo por unos cuentos infantiles con los que podáis disfrutar ese ratito antes de ir a la cama.

Hasta la próxima