La semana pasada comentábamos en este artículo el aumento de los trastornos del sueño que estábamos viendo en nuestras consultas en época de confinamiento. Aprendimos las diferencias entre las pesadillas y los terrores nocturnos y qué hacer en cada caso. Pero... ¿qué hay de los sonámbulos?

¿Qué es el sonambulismo?

El sonambulismo es una parasomnia del sueño No REM con una prevalencia del 15% entre los 3 y los 15 años.

El niño que es sonámbulo se levanta de la cama en la primera parte de la noche, al iniciar el sueño, con los ojos abiertos y la mirada fija. A veces simplemente realiza movimientos de brazos y piernas, pero en ocasiones se levanta y hace automatismos ya aprendidos como abrir y cerrar puertas o ventanas, vestirse y desvestirse, entrar en la cocina, encender la tele, bajar escaleras, etc

Es por ello que, es importante garantizar su seguridad ante todo y prevenir posibles accidentes evitando que durante la noche tenga acceso a ventanas, escaleras, cubiertos, herramientas…

¿Qué hay de verdad en aquello que dicen que es peligroso despertar a un sonámbulo?

Peligroso no es. Pero no es recomendable ni hablarles, ni despertarles.

Corremos el riesgo de que se agiten aún más y lesionen a los que están con él o a él mismo. Cualquier intento de despertarle puede empeorar su situación. Las mismas recomendaciones de los terrores nocturnos se aplican al sonámbulo:

  • Acércate con suavidad, no intentes razonar con él, simplemente has de velar por su seguridad y porque no se haga daño.
  • No lo despiertes y mantén la calma
  • Lo ideal es vigilarlo, reconducirlo muy suavemente hasta su habitación y esperar a que él solo se relaje y vuelva a su cama.
  • Al día siguiente no recordará nada de lo sucedido. Tampoco tiene demasiado sentido recordárselo porque les puede generar ansiedad al no tener el control de su cuerpo mientras duerme, especialmente cuando ya son más mayores. Y os lo digo con conocimiento de causa por partida doble: Yo fui sonámbula y me daba miedo quedarme a dormir en casa de alguna amiga por si acaso me levantaba por las noche y armaba alguna de las mías. Treinta años después me toca vivirlo desde el otro lado, desde el lado de madre, ya que mi hijo mayor lo ha heredado.
  • El 60% de los niños sonámbulos tienen un antecedente materno o paterno. Mi madre también era sonámbula.

Ahora me río, pero recuerdo una noche en la que de pronto empecé a escuchar ruidos extraños, ninguna voz ni susurro, pero sí ruidos en el salón. Recuerdo levantarme temblando, acercarme despacito y encontrarme a mi hijo descolgando los cuadros de la pared. O estar plácidamente dormida y de repente notar la presencia de alguien muy cerca de tu cara, abrir los ojos y encontrarte la cara de tu hijo con los ojos abiertos como platos, serio como jamás le hayas visto y a dos centímetros de tu cara.

¿Puedo hacer algo para evitar que sucedan?

  • Es muy importante mantener una adecuada rutina del sueño: acostarse temprano si al día siguiente hay que madrugar y explicarles a los niños cual es la hora de irse a la cama todos los días. La falta de sueño crónico es el mayor desencadenante de las parasomnias, también cuando están enfermos o tienen fiebre.
  • Evitar televisión, videojuegos y pantallas antes de dormir. La estimulación lumínica no solamente inhibe la producción de la melatonina (hormona del sueño) retrasando el sueño, sino que esa sobrexcitación puede empeorar las parasomnias. Es curioso como los padres les dan la tablet a los niños para que se relajen mientras cenan cuando esta es una práctica totalmente desaconsejada en el sueño infantil. Debemos recuperar la costumbre del libro en papel…
  • Intentemos acostarnos de una forma relajada y tranquila. Léele un cuento, cuéntale historias, ráscale la espalda, cántale una canción o haceros un masaje en los pies… ¿A quién no le gusta despedir el día así? Regálale ese momento que sin ninguna duda, recordará toda la vida.

Hasta la próxima.