Bueno mira, estoy derrengada, te lo aseguro. Cada año llevo peor el calor y, en esta semana de pesadilla hot, encima hemos estado todos pendientes del duelo de penes de Pablo y de Pedro. Qué pereza, qué plastas, qué sopor, es que parece que no avanzamos. Imagínate, yo ya tengo mi lista de lectura de verano, ni un solo señor autor, y ni siquiera lo hago a posta. O sea yo es que ya vivo en el avance y el progreso, y contemplo y observo atónita toda esa testosterona, a todos esos señores que no se enteran de nada, como si viviesen en Saturno, viendo Chernóbil en bucle, que se la han visto ya treces veces, retuiteando a todos esos columnistas que siguen hablando de Chernóbil y ya es 22 de julio. Serie top junto a The Wire, Los soprano, Breaking Bad y Juego de Tronos. Masterpiece. Masterpereza.

Pero a ver, que me lío. La cosa es que yo hoy he venido a hablar de un fenómeno que no pasa de moda, y del que ya hablé hace algunos años en una Review Fuertecita, pero que hoy vuelve a mí más vivo que antaño. Es verano y el Tinder está que arde. Así que hoy hablaremos del temido y esperpéntico… hombre histérico.

El hombre histérico es un mal que nos traído la tierra y es un concepto de señor que se está extendiendo sin control. Y esto lo estoy viendo yo con estos ojos que se han de comer la tierra.

Pero, ¿qué hace fundamentalmente el hombre histérico? El hombre histérico es ese que parece que te va a follar pero nunca te va a follar. Porque a él lo único que le interesa es que tú estés interesada o interesado. A través del móvil, cariño, el hombre histérico es en un principio inteligente y divertidísimo te va a seducir de tal manera que vas a ir excitada/o desde la calle Tribulete hasta la de Sombrerete, rozándote por todas las esquinitas. Esta ordinariez es así, no te lo puedo advertir de otra manera. A él lo que le pone es el juego de la seducción y ser el centro de atención. Y así alimenta su ego hasta el próximo solsticio de verano. Éste, vampirizando tu energía, tu tiempo y tu atención, tiene fuelle para aburrir y chute de autoestima hasta el 21 de junio del 2020. Menudo jeta. Y él te va a hablar y hablar, y vais a chatear día y noche, noche y día, y te va a llenar de expectativas a todos los niveles, pero sobre todo te va a dejar en un estado de conmoción erótica tal, con la sangre corriendo a tal velocidad, que en algún momento te vas a creer que vas a explotar y a ponerlo todo perdido. Puede que así suceda, también te lo digo. Sigo. Tú duermes regular, y trabajas regular porque estás proyectando de una manera descomunal. Así que le propones quedar. Minutos de silencio. Inmediatamente después llegan las excusas: que si la espalda, que si el concierto (por cierto, un inciso: espero que estéis dándolo todo, madrileñas y madrileños, en este Veranos de la Villa, porque a partir de ahora se acabó la buena música y la programación inteligente, recordad que nos gobierna el siglo XIX y el año que viene tocará Taburete en todos los parques de Madrid). Bueno eso, que no puede quedar: que si tengo que ir a ver a mi tía, que si estoy de resaca…. Excusas. Pero eh, puede ser verdad, y seguís chateando. Eso sí, él nunca concreta. ¿Verdad? Y esto ya llega a un nivel inenarrable para ti, y aquí o se queda o se corta ya esta pantomima. Y quedáis. Pero claro, a ti que te has puesto perdida de Chili Menta tengo ya que avisarte: prepárate. Es muy posible que la vagina se te caiga del cuerpo desmayada y después se vaya andando sola. Porque ese señor ni siquiera te va a dar un beso de despedida. Vamos, es que nunca va a acercarse a ti a menos de dos metros. Nunca. Su interés terminó en el mismo momento en el que tú, que eres un ser humano consecuente, decidiste concretar todo aquello que se te prometió de alguna manera u otra. ¡Menuda/o eres! ¿Te suena?

Por supuesto que sí. El hombre histérico es un clásico que nunca defrauda. Le gusta más un chat que a un tonto un lápiz. Le chifla el chat. Es el rey del chat. El mago Pop del chat. Y, ¿acaso a nosotros nos gustan los magos? De ninguna de las maneras. Odiamos a los magos. Así que odiamos el chat.