España vive en una mudanza constante. Los principios de nuestros líderes políticos ya no perduran en el tiempo, como si las ideas sobre los cuatro asuntos básicos pudieran mutar de un día para otro. Aquí un día hacen una cosa, aunque defendieran la contraria hasta el día anterior. Y todos tan panchos. Si nuestros dirigentes fueran coherentes, ya tendríamos gobierno. O por lo menos, en estos momentos sabríamos con total certeza si lo que hay en el horizonte son unas nuevas elecciones generales. Pedro Sánchez ha dicho este fin de semana que "España necesita un gobierno en julio. No en agosto, en septiembre o en octubre". Y ha añadido: "Unos y otros deben ser conscientes de que no se puede bloquear España". La reflexión del Presidente en funciones terminaba con un contundente "España no se puede parar".

Sánchez, reconvertido actualmente en una especie de Rajoy, está esperando a ver si la presión puede con sus adversarios y le regalan la investidura. Confía ahora en que otros hagan lo que él en su día se negó a hacer: abstenerse para que gobierne el ganador de las elecciones. Por aquel entonces, en el año 2016, Mariano Rajoy decía exactamente lo mismo que dice Sánchez para remarcar que su abstención era lo adecuado: "No podemos seguir mucho tiempo en esta situación. Espero que haya un gobierno pronto". Vale, Rajoy ya no está.

Busquemos, por lo tanto, qué decía el actual Presidente del PP. Pablo Casado afirmó: "Imaginemos que el PSOE le saca 52 escaños y dos millones y medio de votos al PP, ¿alguien podría entender que bloqueáramos la investidura del líder socialista? Tendríamos manifestaciones en la puerta de nuestra sede". Y añadía: "Espero y confío en que Sánchez va a ser responsable".

¿Significa que ahora, que se ha dado la vuelta la tortilla, Casado está siendo un irresponsable por no hacer hoy lo que demandaba entonces? Seguro que sí, porque no solo no va a facilitar la investidura de Sánchez, sino que su equipo ya ha dicho públicamente que la van a "dificultar". También la coherencia brilla por su ausencia en Ciudadanos. Albert Rivera no se quiere abstener, alegando que no le han votado para pactar con el PSOE.

Sí, es cierto que en campaña repitió hasta la saciedad su veto a Sánchez. Sin embargo, cabe preguntarse por qué de pronto la palabra dada es inamovible y, en cambio, en anteriores campañas electorales se pasó sus promesas por el forro. Dijo que no investiría ni a Sánchez ni a Rajoy y terminó pactando con los dos. Y por último, hay que detenerse en Podemos. Los sillones no son importantes. Ejem. Recordemos, además, que la formación morada impidió ya en 2016 el gobierno socialista y sus dirigentes admitieron con el tiempo que no había sido su mejor tarde. En estos momentos, vamos camino de cometer los mismos errores por culpa de la falta total de coherencia de nuestros políticos. Repetir las elecciones sería única y exclusivamente fruto de su incompetencia y los dobletes continuados no deberían ser una opción.