La Guardia Civil está ahora mismo investigando más de 400 cuentas bancarias para poder seguir el rastro del dinero de las mordidas. La mayoría de los análisis que se están haciendo en prensa solo hace dos previsiones de posibles destinos de ese dinero, Santos Cerdán o el PSOE. Sin que sean dos hipótesis incorrectas y bastante posibles atendiendo a los espacios que deja el informe de la UCO, no implica que no haya una tercera vía que tiene visos de poder producirse y que lejos de restarle gravedad al asunto podría aumentársela. Es decir, puede que el dinero fuera a esos lugares, en el informe hay indicios, pero también que pudiera usarse para otros menesteres que no son ni el lucro personal del secretario de organización ni los gastos corrientes o extraordinarios del PSOE.

Los indicios siempre permiten seguir la línea de puntos, y unir algunos hechos a otros, unas causas a otras, e ir montando el puzle que a priori parece fragmentario e inconcluso. Los hechos conocidos, sin necesidad de aventurarse en teorías extrañas, pueden permitir comprender cuál podría ser la operativa de todo lo que esta sucediendo que trasciende el enriquecimiento ilícito de unos golfos que por el camino seguro que se quedaron restos entre las uñas. No desdeñen que siempre hay dinero para todos y para muchos otros cometidos.

Les pido un ejercicio analítico y empático para poder comprender la lógica de funcionamiento que pueden llevar a operar en estas dinámicas. En el Gobierno hay una certeza, y es la existencia de un Estado profundo que opera contra sus intereses incluso incumpliendo la ley y usando todos los medios para tumbarlo. Esa afirmación, que en ocasiones tiene visos de realidad, con hechos ya probados, implica que la única manera de combatirlo sea emulando sus métodos porque cuando se ha intentado de manera democrática y legal ha chocado de manera irremisible contra esa estructura que opera al margen del Gobierno elegido democráticamente. La moral de cada uno operará en este momento, y será la suya la que decida si es legítimo operar con los mismos métodos con los que la reacción lucha contra un Gobierno legalmente constituido. En este dilema opera la lógica que dice que nunca está justificado cruzar ciertas líneas rojas legales aunque sea por un bien superior ni cuando se trata de combatir a delincuentes, y hay quien cree que sí está justificado.

En mi opinión, mi moral, hace imposible operar como el enemigo al que se combate por métodos ilegales porque eso implica convertir al más rastrero y sin escrúpulos en el que siempre vencerá y que una vez que se crucen ciertas líneas rojas morales ya no hay marcha atrás. Es preferible perder el poder que jugar con las cartas del enemigo. Yo no creo en que todo valga para el poder y no soy el más inocente sobre el colmillo que hay que tener para operar en política. Pero creo en el talento y las convicciones, no en las cloacas ni el concurso de delincuentes para tener ventaja.

Es posible que el caso de la fontanería haya quedado sepultado, pero no es más que una pieza más de todo el engranaje. El PSOE, o Santos Cerdán en nombre del PSOE, si creen que hay alguna diferencia, concluyó que necesitaba llegar a acuerdos con personas de credibilidad dudosa para acceder a información y comprar voluntades que les permitieran ganar ventaja en esta guerra sucia que opera por debajo de lo visible. Ahora es sencillo comprender el papel de Leire Díaz junto al empresario Pérez Dolset y la necesidad de quitarse de en medio al fiscal Grinda, que juzga al empresario, a cambio de unas grabaciones que permitieran operar contra los enemigos políticos de Cerdán, o el PSOE. El intento de colocar un vídeo sexual del fiscal a un medio de comunicación al que se accedió reabriendo el Tribunal Constitucional un caso cerrado y archivado solo para poder tener acceso a la documentación en la que figuraba el vídeo es otro de los elementos que permiten unir la línea de puntos. Busquen quién era el ponente de aquella causa en el Constitucional. Todo encaja.

En este país durante mucho tiempo se han usado fondos reservados para actividades inconfesables por parte del Estado, incluso empresas han sido las que han pagado a personas de dudosa moral para lograr objetivos que servían al Estado a cambio de concesiones de dinero público. Lo que no puede pagar el Estado, ni los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, ni siquiera con fondos reservados, siempre lo puede pagar una empresa a la que se recompensa con sustanciosos contratos públicos. No es difícil encontrar este modo de operar en esa declaración del alto cargo de la Guardia Civil en materia terrorista agradeciéndole a Victor de Aldama llegar a esos lugares donde ellos no podían cuando le concedían una medalla.

La derecha no ha tenido que recurrir a contraprestaciones económicas siempre que ha necesitado el concurso de algún miembro de la judicatura, Policía, Fiscalía, altos funcionarios o cualquier activista del Estado profundo. Tienen la suerte de acudir a la patria y al deber para ayudar a que el poder se mantenga donde dios manda. En el caso de la izquierda institucional, la que habita en el PSOE de manera mayoritaria, estos favores nunca han salido de la convicción ideológica, sino de los favores debidos, ascensos, y cargos bien remunerados, pero la nueva dinámica surgida desde que el PSOE consideró conceder la amnistía provocó que ni siquiera fuera eso suficiente. En esa coyuntura un lugar donde el dinero de las mordidas de Santos Cerdán pudiera depositarse ocupa muchas manos, en diferentes sitios, para muchos cometidos. Una especie de fondos reservados paraestatales que ayudaran a crear una nueva concepción estructural del Estado que no estuviera al servicio de la derecha. En el caso de que eso se hubiera producido el hecho trasciende un simple caso de corrupción económica en el que unos puteros se repartían dinero de mordidas, sino una estructura que buscaba desmontar las ventajas con las que la derecha opera al margen del sistema democrático para sustituir unos engranajes por otros. Nada bueno crece en lo que se siembra enfermo, y no hay cloacas buenas ni cuando operen en favor de los propios intereses ideológicos.

En cuestiones de moral muchas veces me he planteado si en un conflicto, en una guerra, preferiría ser víctima o verdugo. Cuando paseaba por Buenos Aires por la antigua escuela mecánica de la Armada en la que el régimen de Videla torturaba y hacía desaparecer a miles de argentinos me abordaba un dilema escuchando las barbaridades que los militares hacían a los detenidos. ¿Yo preferiría ser el hombre que electrocutaba a un chaval de 18 años para sacarle información o aquel que sufre las torturas y acaba siendo asesinado? No tengo dudas. Prefiero sufrir que ser quien hace sufrir. Prefiero perder que ganar con indignidad. Prefiero seguir defendiendo ideas de justicia social con honestidad que ganar usando las herramientas del enemigo que repudio. Puede que haya quien justifique que el poder exige tener actitudes como las del enemigo para poder subsistir, yo creo que no merece la pena vivir convirtiéndote en aquello que has jurado combatir.