Paula: ¡Te casas, Dionisio!

Dionisio: Sí, me caso, pero poco.

El alumbramiento del pacto verbal entre PP, Ciudadanos y VOX ya fue explicado por Miguel Mihura en 'Tres sombreros de copa'. Ignacio "Dionisio" Aguado se ha encontrado con Paula y le ha explicado el pacto con la extrema derecha con una escueta frase. Directa, concreta y avergonzada.

La reacción siempre ha teñido de oscuro la vida. La de los otros. La de todos aquellos que no se han ceñido a los dogmas de un ideario involucionista que trata de subyugar a los que quieren vivir acorde a sus propias proclamas. En libertad. Han evitado con todas sus fuerzas el progreso y los avances sociales para luego intentar apropiárselos y transmitir una falsa sensación de modernidad. Ciudadanos intentó pintarse de color pastel. Maquillarse en tonos cálidos para engañar la mirada ajena y ocultar la negrura que se escondía en lo más profundo de su pensamiento. Los acuerdos íntimos con VOX no han hecho más que borrar el tinte y mostrar el verdadero pigmento de un partido reaccionario que, con complejos, no tiene reparos en legitimar lo más sombrío de nuestra historia.

Albert Rivera pactó en el año 2009 con formaciones eurófobas y ultras en una coalición llamada Libertas. En aquella formación existían partidos de extrema derecha de todo pelaje. Algunos de carácter neonazi como la Liga de las Familias Polacas, un partido liderado por Roman Giertych, antisemita y revisionista del Holocausto que afirmaba que en Oświęcim no asesinaron a judíos o comunistas. Un partido heredero de la organización fascista Młodzież Wszechpolska, (All Polish Youth) fundada por Jędrzej Giertych (Tío de Roman) y que propuso en los años 30 que los judíos y los comunistas no pudieran ir a la universidad. Esos pactos de Albert Rivera no le impedían cada enero recordar con aflicción el Holocausto. Porque cuando el pacto con la extrema derecha europea fracasó no tuvo reparos en decir que su coalición con Libertas fue un error. Hasta entonces, cuando ya no le fue útil, no le importó la regresión en derechos que pudiera significar ir de la mano de un partido neonazi. Llegará un día, cuando el electorado le dé la espalda, que abjure de sus alianzas con los ultras de VOX. Hasta entonces, su falta de escrúpulos, hará la vida más difícil de niños sin familia en un país ajeno, del colectivo LGTBI o de minorías subyugadas. Porque eso ha firmado de manera verbal con VOX.

La desfachatez naranja afirmó que el documento presentado por Rocío Monasterio para dar su apoyo a la gobierno de la Comunidad de Madrid "tenía buena pinta". Es una magnífica manera de definirlo. Era un texto plagado de eufemismos y neolengua orwelliana que les permitiría aceptar las premisas fundamentales que la extrema derecha lleva gritando con la vena hinchada, pero ahora presentadas con la voz pacata genuflexa de la sierva de Hazte Oír. Puro Ciudadanos. Reacción extrema pero bien acicalada.

En los años 90, una asociación nazi llamada CEDADE, intentó limpiarse el estigma de organización hitleriana después de que se la asociara con la muerte de Lucrecia Pérez. En esa refundación simbólica intentaron introducir algunos cambios de pensamiento que les limpiaran la mácula. Algunos de sus líderes, como José María Ruiz Puerta (que estaba en VOX hasta que lo destapamos), introdujeron un matiz discursivo para explicar por qué no eran racistas. No estaban contra la inmigración, sino contra aquella que se adaptaba peor a nuestro país por cuestiones culturales. Así que proponían en sus documentos que era necesario privilegiar la inmigración que venía de Latinoamérica frente a la que provenía del Magreb. Esa misma medida fue propuesta por Albert Rivera en el debate de La Sexta y ha estado siempre en el ideario de VOX. Ahora, Ignacio Aguado ha aceptado implementar medidas que posibiliten esta actitud xenófoba de segregación migratoria. Pero con buenas palabras y sonriendo mucho. Fascismo sudista lo llamaba Maurice Bardèche.

A Ciudadanos no le importan los derechos del colectivos LGTBI, pero no quería que pareciera que no le importan. Quieren los derechos de gays y lesbianas para diferenciarse en Colón del nacionalcatolicismo con las banderas como atrezzo. Para poder ir al Orgullo y montar su show mediático. Pero en realidad le dan igual. Por eso acepta incluir que los padres pueden hacer valer sus valores morales y religiosos frente a los derechos de sus hijos de recibir una educación plural, diversa y tolerante en materia LGTBI. No es lo que pone en el texto, pero es lo que significa. Introducir la vía al pin parental por el que tanto ha luchado la secta de Hazte Oír representada por el matrimonio de los aristócratas voxeros. Una medida que permitiría, por ejemplo, que un integrista católico, o islamista, sacara a su hija de un aula pública donde se enseña que a la mujer no hay que pegarla si no hace casos a los designios de un hombre. No te lo van a decir, pero es lo que dicen que tiene buena pinta.