La mayoría de las personas, incluidas las personas transgénero, se identifican como hombres o mujeres, pero hay algunas que no encajan dentro de estas dos categorías: las personas no binarias. Estamos hablando de identidad de género, es decir, de cómo se siente una persona con respecto a su propio género. Si tuviéramos que situarla en algún lugar imaginario del cuerpo, diríamos que sería en la cabeza porque se trata de la idea que tenemos de nosotros mismos.
Las personas que se identifican con un sexo distinto del que se les asignó al nacer pueden tener disforia de género, que es una sensación persistente de malestar significativo, que se produce debido a la discrepancia entre su identidad de género y el género que le asignaron al nacer. La disforia de género puede causar un gran estrés emocional, que llega a afectar a la vida diaria de la persona.
No existe un abordaje único ante esta situación, sino que hay diversas formas de manejar el malestar asociado y mejorar el bienestar emocional y social de las personas afectadas. En este artículo te explicamos en detalle qué es la disforia de género y cómo se puede solventar este malestar.
Binarismo de género y teorías queer
La idea tradicional e históricamente mayoritaria es la de que solo existen dos géneros: hombre y mujer. Esto se conoce como binarismo de género. Pero según las teorías queers también existen identidades no binarias, que son aquellas que no encajan dentro del binarismo masculino y femenino. Las personas no binarias son aquellas que no se identifican dentro de estas dos categorías. Por ejemplo, algunas tienen un género que mezcla elementos de ser hombre o mujer, o un género que es diferente al masculino o al femenino. Otras no se identifican con ningún género en absoluto. Además, hay quienes consideran que su identidad de género cambia con el tiempo.
Las personas cuyo género no es masculino ni femenino utilizan muchos términos diferentes para describirse a sí mismas, siendo "no binario" uno de los más comunes. Pero existen otros:
- Genderqueer (queer)
- Agender (agénero)
- Bigender (bigénero)
- Genderfluid (género fluido)
Las teorías queer, que son posturas político-filosóficas, rechazan las definiciones normativas de comportamiento sexual femenino y masculino para dejar más libertad a la persona para que se autodefina en este aspecto. Las personas que han trabajado en estos temas suelen ser críticos con lo que consideran visiones esencialistas de la sexualidad y el género. En su lugar, estudian esos conceptos como fenómenos sociales y culturales.
Es decir, la teoría queer establece que el género no binario existe, y que los genitales con los que una persona nace no deberían identificarse con la etiqueta de 'hombre' o 'masculino' y 'mujer' o 'femenino'. No obstante, el término queer es aún polémico. Académicos y activistas están constantemente en desacuerdo sobre lo que significa y cómo debe ser utilizado.
En resumen, las identidades no binarias son aquellas que no se ajustan a las categorías binarias tradicionales de masculino y femenino. El binarismo de género, que se refiere a la creencia de que solo hay dos géneros, ha sido desafiado por las teorías queer, que abogan por una mayor libertad en la autodefinición del género y la sexualidad. Las personas no binarias pueden experimentar su género de diversas maneras, incluyendo un género que mezcla elementos de ser hombre o mujer, un género que es diferente al masculino o femenino o una identidad sin género.
Las orientaciones sexuales también son independientes del género y pueden variar entre las personas no binarias de la misma manera que entre las personas binarias. Las personas no binarias también pueden ser transgénero si su género difiere del sexo biológico que les fue asignado al nacer.
En cuanto a la teoría queer, Teresa de Lauretis utilizó por primera vez el término queer en 1991 para referirse a una forma de pensar que no responde a la heterosexualidad o al género binario, para defender una idea más fluida de identidad de género. Sin embargo, el texto que suele tomarse como referencia de esta teoría es "El género en disputa", de Judith Butler (1990).