Llega un día en que ya no quieres tener dos casas, ni vivir a medias entre tu barrio y el suyo, ni pagar a solas las facturas. Y dais, al fin, el paso de vivir juntos. Y empezáis a mirar con mil filtros pisos en Idealista, exterior, con terraza y ascensor.

La decisión puede que no sea fácil y seguro que llevará consigo una reflexión y una toma de decisiones donde se barajará también la opción de fallar. ¿Y si es un error? ¿Y si nos equivocamos? Si el amor fracasa, debemos saber que, aunque duela, no será ningún drama. Porque para decir adiós o 'o con diós', como canta Sabina, a los dos -ya- nos sobrarán los motivos.

"Y es que si cada cosa que nos sale mal en la pareja lo vemos como un fracaso, estaríamos constantemente fracasando. Si la convivencia va mal, no podemos verlo como un drama, ni como algo trascendental, aunque se pase mal, aunque en ese momento se sufra y tengamos que hacer nuestro duelo", afirma a laSexta María Esclapez (@maria_esclapez), psicóloga, sexóloga clínica y terapeuta de parejas.

O como dice la psicólogaSilvia Congost (@silviacongost), experta en dependencia emocional, autoestima y relaciones tóxicas, "en el amor, no hay equivocaciones". "Hay relaciones que no funcionan, pero para saber si funcionan después de haberte enamorado, debes probar. Si no lo pruebas, no lo sabrás. Por lo tanto, si convivimos y al cabo de un tiempo vemos que no estamos bien, se trata de fluir con eso y tomar una decisión. La decisión de cortar la relación y la convivencia lo antes posible", señala Congost quien continúa por España con su gira Entender el amor para vivir mejor durante los meses de septiembre y octubre.

Hay relaciones que no funcionan, pero para saber si funcionan después de haberte enamorado, debes probar. Si no lo pruebas, nunca lo sabrás

Silvia Congost, psicóloga

Y es que a pesar de ser una decisión importante, "convivir con alguien no es una garantía de que vayamos a estar con esa persona durante el resto de nuestra vida. Si no funciona o no estamos bien, podemos volver a nuestro espacio de soledad buscada y cuando se cruce otra persona con quien deseemos dar un paso más, volver a probar", sostiene esta experta. Nada tiene por qué ser para siempre.

Por convicción, no por presión

Es cierto que ahora a diferencia de lo que pasaba hace algunos años, suele ser frecuente la convivencia antes de casarse o de tener hijos -en el caso de que se quiera y puedan hacer ambas cosas-. Es decir, se prueba a ver qué tal la convivencia y luego ya se decide si dar o no más pasos. Sin embargo, y según la opinión de Esclapaz pese a esto "hoy en día, irse a vivir juntos supone igualmente un paso importante, aunque no definitivo porque todos nos podemos equivocar. Pero no deja de ser una decisión racional o al menos así debería ser".

Esto es, "es mejor no tomar la decisión de irnos a vivir juntos no por impulso en plan, estamos super enamorados, sino que es mejor siempre hacer, en estos casos, un balance entre costes-beneficios. Convivir con alguien es vivir bajo el mismo techo, comunicar, llegar a acuerdos, negociar, compartir gastos y asumir ciertas responsabilidades que hasta ahora no se tenían en cuenta", señala esta experta.

Es mejor no tomar la decisión de irnos a vivir juntos de forma racional y haciendo siempre un balance entre costes-beneficios. No por impulso

María Esclapez, psicóloga y sexóloga

Así es importante preguntarnos -para tomar mejor la decisión- si es realmente lo que queremos o lo estamos haciendo por presión o porque simplemente es lo que toca. "Cuando damos un paso como este y no lo deseamos de verdad (lo cual no necesariamente quiere decir que no queramos estar con esa persona), eso nos puede llevar a un punto de insatisfacción y de resentimiento que nos puede crear problemas con nuestra pareja que antes no existían", sostiene Congost.

Si queremos o no lo mismo

Parece una cosa obvia pero a veces no caemos en lo más importante. Y es que por ejemplo, si un miembro de la pareja quiere convivir juntos y el otro no, y lo hace simplemente por inercia, al final eso puede pasarnos factura.

Como explica Congost, "cuando uno de los dos siente que está aceptando cosas o tomando unas decisiones o dando unos pasos que en el fondo no quiere dar, puede sentirse manipulado y que tarde o temprano empiece a mostrarse con cierto recelo y que eso acabe repercutiendo negativamente en la relación. En estos casos, lo que es realmente importante es que los dos sintamos que queremos lo mismo".

Igualmente, en el caso de que estemos bien en nuestra relación y queramos irnos a vivir juntos pero nuestra pareja no quiere, "en ese sentido, tendremos un problema importante por resolver", añade la psicóloga.

Mejor, primero un alquiler

Y ésta probablemente sea otra de las cosas que pueden estar claras. Pero éste es el consejo de Esclapez, "lo mejor es compartir un alquiler y no comprar directamente (aunque comprar una vivienda en estos tiempos es bastante complicado), pero en cualquier caso, lo mejor es siempre empezar compartiendo un alquiler".

"El alquiler te da más posibilidad de cambiar si las cosas no salen bien. Si finalmente veo que contigo no puedo convivir, no estoy sujeta/o a una escritura que me diga que tengo una hipoteca contigo de aquí a 30 o 40 años. Quizá haya más flexibilidad. Pero esto es solo un consejo, porque habrá que ver siempre, las circunstancias personales de cada pareja", concluye la psicóloga.