Los bomberos y vecinos de las zonas afectadas de los incendios estuvieron horas expuestos al humo e inhalando sustancias tóxicas. "Los alvéolos pulmonares pueden pasar al torrente sanguíneo, por eso, son tan peligrosas para la salud", explica el ecologista Miguel Ángel Ceballos.

Un humo que contiene CO2 y ácido cianhídrico, sustancias nocivas que afectan directamente al sistema respiratorio. Los síntomas de inhalarlo durante horas pueden ser desde dolor de garganta, picor de ojos hasta ardor de nariz o náuseas. "Si has tenido una inhalación de humo durante un tiempo largo, te puede producir una irritación y una inflamación de los bronquios que puede dejar secuelas", detalla la neumóloga Isabel Urrutia.

Con la tos como mecanismo de defensa se pueden eliminar las partículas más grandes, pero las pequeñas se quedan en el organismo, por lo que hay que tratarlas, ya que pueden provocar asma y bronquitis. Los incendios provocan una sobredosis de contaminación atmosférica, sobre todo, los días posteriores.

Algo que ha sido generalizado en el norte del país, porque la densa humareda cubrió el cielo asturiano y el gallego, a las tres de la tarde parecía aún de noche en Lugo, pero también se extendió a ciudades como Santander o a León.

"Es una nivel de contaminación de emergencia en las zonas donde se concentran el humo de los incendios", indica Ceballos. Una niebla de humo y polvo que llegó incluso a Londres, empujado pro el ciclón Ofelia. La solución para limpiar el aire es la lluvia, pero los ecologistas advierten, a largo plazo las partículas tóxicas pueden contaminar el terreno y después pasar a la cadena alimenticia.