Posteriormente, las mujeres eran trasladadas a Europa para obligarlas a ejercer la prostitución y cometer pequeños hurtos en la vía pública. Las víctimas eran acompañadas por miembros de la organización durante todo el trayecto terrestre hasta Libia, desde donde eran llevadas a Italia en precarias embarcaciones y posteriormente a España por vía aérea.

La líder del grupo, una mujer nigeriana establecida en Alcalá de Henares (Madrid), era la encargada de aleccionar a las víctimas para solicitar asilo en España y así poder prolongar su estancia en el país. Esta operación se enmarca dentro del Plan de la Policía Nacional contra la Trata de Seres Humanos con Fines de Explotación sexual.