Un reguero de sangre a lo largo de 30 metros es el rastro del brutal ataque que marca el lugar por donde arrastraron los dos perros a María Dolores. Se enseñaron con ella, en las piernas, el brazo izquierdo y la cabeza. "Ha quedado sin el cuero cabelludo y destrozada totalmente, no han sido simplemente mordeduras", cuenta un vecino.

La mujer de 82 años volvía de misa, cuando fue sorprendida y atacada por los animales, un dogo burdeos y un cruce de dogo con bóxer, que están incluidos en el listado de razas potencialmente peligrosas.

La salvó de la muerte su hija, que al no localizarla fue a buscarla con su coche y se encontró en mitad de la calle a su madre con los animales encima. "Ella le dijo a que no saliera del coche porque se la iban a comer a ella también", afirma una vecina.

Cuando consiguió parar el ataque, su madre estaba gravemente herida. Le han tenido que amputar las piernas por encima de las rodillas y su estado es muy grave.

El vecino está acusado de un delito de lesiones graves por imprudencia, y es que además los animales no estaban documentados, no tenían microchip y no tenían la autorización por raza peligrosa. Los dos canes están en una protectora por orden judicial.