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Asia

Udaipur, el Rajastán más exótico

Una experiencia intensa y arrebatadora en un territorio donde el color lo invade todo

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El Rajastán, gracias a su mítico pasado, sus leyendas, sus elegantes y opulentos palacios o sus irreverentes y enigmáticas ciudades, nos provoca una irresistible sensación de aventura y exotismo. El color invade lo invade todo: los sentidos, la intensidad de los saris de las mujeres y los turbantes de los hombres; sus ciudades marcadas por el colorido de sus casas desde la azulada Jodhpur hasta la rosácea Jaipur pasando por Udaipur, con sus tonos marfileños. Ciudades, que no nos dejan indiferentes, que nos envuelven en su vida callejera, en el bullicio de sus gentes, de sus bazares, de su tráfico, incluso de sus vacas. Y por supuesto siempre divertidas, sorprendentes y a veces asfixiantes. Sin lugar a dudas, una de las más espectaculares a la vez que exótica es Udaipur, fundada en 1568 por Udai Singh II. Debe a sus palacios y su lago el que sea de las ciudades más hermosas y románticas del subcontinente indio. Sus construcciones rivalizan con cualquiera de las famosas creaciones mogoles, llena de palacios, havelis y templos desde los más sencillos a los más extravagantes pero todos elegantemente trabajados. Es precisamente el lago Pichola el que nos brinda las imágenes más impactantes. En su orilla, como si una mole de color dorado se alzase sobre un acantilado, el City Palace, uno de los palacios más grandes y mejor conservados de India, con sus 250 metros de ancho y 30 de alto, con sus patios, terrazas, pabellones y estancias exquisitamente decoradas. Construido en 1559, posteriormente fue ampliado en once ocasiones hasta adquirir el aspecto actual. Por descontado hay que detenerse en su terraza para disfrutar de las vistas. A sus pies, el Bansi Ghat desde el que zarpan los barcos que recorren el lago y nos acercan al Taj Lake Palace, palacio que emerge en medio esa tranquila masa de agua como si se tratase de una isla. Un escenario de ensueño utilizado como decorado en varias películas, una de ellas la famosa Octopussy de James Bond. Escenario de ensueño también es la Isla de Jagmandir con su famoso palacio custodiado por una guardia de corps de elefantes de piedra de gran tamaño y que según la leyenda servirá de inspiración al emperador mongol Shah Jahn para construir el Taj Mahal a la muerte de su esposa. En este punto, las vistas sobre el Palacio Dorado y la ciudad no tienen igual, sobre todo al atardecer. Pero esta ciudad es mucho más que monumentos, en la parte antigua un mundo diferente nos espera. Hay perderse por sus calles, pasear con tranquilidad, dejarnos sorprender por sus talleres artesanales, recorrer sus bazares en los que se puede encontrar casi de todo, sus tradicionales joyas antiguas a miniaturas de pintura de arte mogol o todo un mundo en productos textiles que nos entran por los ojos con su colorido. La parte dura de esta actividad es el regateo que puede llegar hasta el agotamiento pero que sin él esto no sería India, un país exigente y generoso con el viajero.

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