Europa
El Palacio da Pena, el tesoro de Sintra
A pocos kilómetros de la capital portuguesa se encuentra este increíble palacio romántico
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En las colinas de Sintra, situado en un alto rocoso entre jardines y naturaleza se encuentra el deslumbrante Palacio da Pena. Es el segundo punto más alto de toda la Sierra de Sintra y, sin duda, uno de los grandes iconos de la localidad portuguesa. Sintra, que está situada a tan solo unos kilómetros de Lisboa, se puede visitar en un día y acoge entre sus límites geográficos un buen número de palacios y castillos que merece la pena descubrir. El entorno natural es de una belleza incomparable ya que en él se pueden ver especies botánicas procedentes de todos los rincones del mundo. Es el Parque da Pena –de Peña en castellano-, un lugar en el que todo es posible y la imaginación puede permitirse alguna que otra licencia creativa. El Palacio da Pena está situado en la parte oriental del Parque y para acceder a él es necesario subir una empinada rampa que es la que da acceso al edificio. Fue el rey Fernando II quien ordenó construir el palacio convirtiendo el proyecto en un claro exponente del romanticismo del siglo XIX en Portugal. También se pueden observar en él algunos elementos propios del estilo manuelino e incluso influencias árabes de la época que le otorgan cierto misterio que contribuye en gran parte a su belleza. El Palacio se puede ver prácticamente desde cualquier punto del parque y entre la vegetación se vislumbran sus llamativos colores, haciendo de él una construcción inconfundible. En el año 1910 fue declarado Monumento Nacional y en 1995 la UNESCO lo declaró Patrimonio de la Humanidad, además de que en 2013 el palacio fue integrado en la Red de Residencias Reales Europeas. Está compuesto por dos alas, una de ellas es un antiguo monasterio y la otra es la que ordenó construir el rey Fernando II en el siglo XIX. El rey adquirió el monasterio de estilo manuelino que pertenecía a la Orden de San Jerónimo y que era conocido como el monasterio de Nuestra Señora de la Peña –obra del rey Manuel I en el año 1511-. Esta construcción había quedado deshabitada en 1834 cuando las órdenes religiosas se suprimieron en Portugal y estaba formado por un claustro, una capilla, una sacristía y la torre del campanario que aún hoy en día sigue en pie. Fernando II comenzó las obras de reconstrucción y empezó a dar forma a un palacio de estilo romántico con torres, almenas e incluso un puente levadizo, como un auténtico castillo idílico. Del proyecto de construcción de la zona nueva se encargó el barón de Eschwege, de ahí las claras influencias del romanticismo alemán, del que se pueden ver algunas señas de identidad que también aparecen en otras construcciones como el Palacio de Babelsberg o el Castillo de Rheinstein. En la actualidad el Palacio da Pena presenta los colores originales, rosa en el antiguo monasterio y un llamativo tono ocre para el llamado Palacio Nuevo. Como el entorno no podía ser menos espectacular, los jardines están surcados por caminos sinuosos que invitan a perderse entre plantas y árboles de todo tipo, cuyo crecimiento favorece el clima húmedo de la localidad. El chalet de la condesa de Edla, conocido con el nombre de Casa de Indulgencia, situada en el extremo oeste del Parque da Pena es también una de las construcciones más impactantes, que el rey Fernando II ordenó construir como residencia de verano para su segunda esposa. Portugal, con su combinación entre sencillez y ornamentación es, ya de por sí, un país cautivador, pero el Palacio da Pena es uno de sus monumentos con mayor magnetismo. En él la familia real pasaba los periodos estivales, de cuya estancia se conservan numerosas colecciones, muebles y reliquias que dejan sin aliento a cualquier visitante.
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