Viajestic » Destinos

África

Hipnotizados por el desierto blanco de Egipto

La sorprendente geología del Sahara El Beyda

Publicidad

Los desiertos son lugares inhóspitos y duros pero su inmensidad transmite una sensación de serenidad y belleza inigualables. Nos podemos pasar horas contemplándolos, extasiados, conscientes de vivir un momento mágico. Uno de los más extraños del planeta se encuentra precisamente en Egipto, en la depresión de Farafra, a tan solo cinco horas de El Cairo. Una maravilla geológica a la que sólo se puede acceder acompañados de un guía bereber y en todoterreno, el nuevo “camello de acero, que pasando de consideraciones ecológicas ha sustituido a los de carne y hueso . Ya a las puertas del desierto la primera impresión impacta. Nos damos de bruces con un espacio que nos transporta a una imagen lunar de impresionantes acantilados blancos o la de esos iceberg que navegan solitarios por el océano, pero no, aunque nos parezca mentira es un desierto y no un espejismo provocado por el calor o la sed. Sencillamente es un desierto blanco formado por rocas de tiza. La arena ocre ha desaparecido o quedado reducida a una especie de riachuelos de los que emergen gigantescas setas de color blanquecino, producto de la erosión a lo largo de millones de años. Fascinantes formas alargadas, estrelladas o redondeadas, en las que algunos creen ver formas de animales, personas... formaciones geológicas que nuestra imaginación se encargará de transportar a espacios casi de ciencia-ficción. Un recuerdo del mar que cubría la zona hace más de 70 millones de años y que el trabajo del viento, la arena y las pocas precipitaciones que caen en esta zona se han encargado de modelarlo y dejar a la vista la tiza de la roca. Una perspectiva hipnótica que el sol se encargará de ir tamizando. Los senderos nevados del amanecer se irán tornando rosáceos con los rayos oblicuos del atardecer . Un escenario que cambia bruscamente con la llegada de la noche. Las estrellas y, en especial, la luna sobre todo cuando esta llena produce un efecto extraño pero fascinante cuando esas enormes estalactitas emiten un brillo fosforescente, casi fantasmal pero que le da un toque mágico a la vez. Si la suerte no nos acompaña y no podemos pasar la noche contemplando este espectáculo nos queda la opción de disfrutar de la gastronomía y hospitalidad beduina en Farafra.

Publicidad