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América Norte

De compras en el mercado maya de Chichicastenango

Cada jueves y domingo, este pequeño pueblo del interior de Guatemala rebosa de vida con su mercadillo tradicional.

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Los jueves y los domingos, el pequeño pueblo de Chichicastenango duplica su población gracias a la celebración en sus calles de un mercadillo muy especial. Con centenares de puestos y la gran mayoría de las mujeres vestidas con sus trajes tradicionales, el mercado de Chichicastenango es mucho más que un lugar de intercambio, para convertirse en todo un espectáculo costumbrista. Aquí no tener dinero no tiene por qué ser un problema, ya que se sigue practicando el trueque. Así, unas vasijas pueden comprar unas cuantas frutas, y la artesanía de shakiras, convertirse en un rico paño de mil colores. Solo hay que saber negociar... y tener un buen género. Eso sí, los turistas no necesitan llegar cargados, ya que el dinero también es bien recibido. Chichicastenango, situado a casi 2.000 metros sobre el nivel del mar, se encuentra a 145 km de Ciudad de Guatemala. Allí la población es indígena, de la etnia Quiché. Para ellos es un orgullo haber nacido allí, ya que fue en este asentamiento donde se encontró el 'Popol Vuh', el libro religioso maya que narra el origen de la humanidad. Además, son muchos los que aún hablan el idioma nativo, además del español. Sus días grandes, los del mercado, se llena de turistas y comerciantes. El de Chichicastenango es uno de los tradicionales de textil y artesanía mas grande de Centroamerica. Cada vez son más los que se apuntan a una ruta que, además, muestra la ciudad. Durante el recorrido se visita la Iglesia de Santo Tomás y la pequeña capilla del Calvario. A eso hay que sumar el museo de piedras y figuras de jade, repleto de piezas antiguas que han sido encontradas durante décadas de excavaciones, así como el lugar sagrado de Pascual Abaj, donde se realizan ceremonias religiosas (en maya significa 'piedra de sacrificios'). Si Guatemala es un país fascinante por su cultura y tradición maya tan bien conservada, no hay duda de que este rincón se lleva la palma. Aquí sí que parece que el tiempo se ha detenido.

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