América Norte
El auténtico cañón colorado, el de Arizona
Se llama el Cañón del Antílope y el sol crea en su interior una impresionante paleta de colores rojos sobre las rocas.
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El cañón del Antílope es uno de esos lugares que, si ves una foto tomada allí, piensas automáticamente que se trata de un cañón que ha pasado por el PhotoShop para crear efectos de colores. Pero no, gracias a la entrada de los rayos de sol por un estrecho desfiladero se crean efecto de color únicos sobre la roca. Se encuentra en el municipio de Page, al norte del estado de Arizona, en una reserva de indios navajos junto al lago Powell (que lo separa de Utah). Sus paredes cañón alcanzan los 40 metros de altura y para acceder al mismo es necesario bajar unas escaleras que imposibilitan que todo el mundo pueda bajar y maravillarse. El cañón del Antílope solo puede visitarse con un guía, dado que existe el peligro de inundación ante la cercanía de aguas subterráneas. Además, en 1997 un terrible accidente acabó con la vida de once turistas, de ahí que no se puedan tomar a broma las precauciones más extremas. De hecho, es lógica la presencia de aguas. Son estas las que han creado, y aún siguen haciéndolo, el cañón en sí mismo, horadando el terreno durante siglos. Su estructura está formada por dos áreas separadas, ambas visitables. En ellas, el sol se refleja creando desde fucsias impresionantes a todo tipo de rojos y naranjas. No es casualidad que sea uno de los destinos naturales más fotografiados y preferidos de Estados Unidos. Una ruta interesante es la que permite visitar, de una tacada, el Gran Cañón del Colorado y el del Antílope. Ambos están separados a unas cinco horas en coche y es un buen modo de conocer las maravillas naturales del desierto norteamericano, aunque ambas están formadas por ríos y depresiones diferentes. Para acceder al cañón, hay que abonar la entrada del Parque Nacional de los Indios Navajos, 6 dólares. A este precio hay que sumarle el precio del tour guiado, que ronda entre los 20 y 30 dólares por persona. La hora en la que está recomendada especialmente la visita es al mediodía, cuando la luz solar entra provocando los mejores reflejos de color. El espectáculo, único, no se olvida.
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