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El noma, una infección ligada a la pobreza extrema, aflora en Mozambique

Investigadores de ISGlobal de Barcelona han documentado por primera vez casos de esta enfermedad oral devastadora en el país africano. Afecta sobre todo a niños y niñas en situación de pobreza extrema y su detección confirma que allí donde hay carencias y malnutrición probablemente hay noma.

El noma, una infección ligada a la pobreza extrema, aflora en Mozambique

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Un equipo investigador del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), centro impulsado por la Fundación la Caixa, ha documentado por primera vez la presencia del noma en Mozambique.

El estudio, publicado en BMJ Global Health, muestra que esta devastadora enfermedad prevenible y tratable sigue afectando a comunidades en situación de pobreza extrema y pasa inadvertida para los sistemas de salud.

El trabajo concluye que la situación no es exclusiva de Mozambique: allí donde hay pobreza probablemente hay noma.

El noma también conocido como cancrum oris es una infección oral que destruye rápidamente los tejidos de la cara y puede ser mortal en cuestión de semanas si no se trata.

Afecta sobre todo a niños y niñas que viven en condiciones de pobreza extrema con desnutrición higiene bucal deficiente y tras infecciones como sarampión o malaria.

Secuelas y estigma

Aunque puede prevenirse y tratarse con antibióticos y apoyo nutricional en sus primeras fases si no se aborda a tiempo la tasa de mortalidad alcanza el 90 %. Quienes sobreviven arrastran de por vida secuelas físicas funcionales y sociales que generan un fuerte estigma.

En 2023 la OMS reconoció oficialmente al noma como una enfermedad tropical desatendida, un paso clave para impulsar la investigación y la acción global. Sin embargo sigue siendo invisible en muchos países.

El equipo de ISGlobal, en colaboración con el Programa de Salud Oral de la provincia de Zambezia en Mozambique y la Universidad de Navarra, ha aportado las primeras evidencias empíricas de que el noma existe en este país africano pese a que hasta ahora no había sido documentado en la literatura científica.

Durante cinco semanas de trabajo de campo en la provincia de Zambezia el equipo puso en práctica una estrategia de búsqueda activa de casos inspirada en la campaña de erradicación de la viruela: mostrar pósteres con imágenes de las secuelas del noma a profesionales de salud y a grupos de personas en mercados y centros médicos para preguntar si conocían a alguien que hubiese sufrido la enfermedad.

Se identificaron 21 supervivientes algunos con secuelas que datan de los años setenta. Además en ese corto periodo dos casos agudos fueron atendidos en el hospital de referencia.

A partir de los casos detectados el equipo calculó una tasa aproximada de incidencia de 13,7 por cada 100 000 niños menores de nueve años. Esta cifra es similar a otras estimaciones en Etiopía y Nigeria.

Sin embargo los cirujanos de referencia atienden solo unos pocos casos agudos al año ya que menos de dos de cada diez niños con noma llega a un hospital con especialistas. Esto significa que por cada caso atendido hay muchos más que permanecen invisibles.

Si además se tiene en cuenta que la mortalidad sin tratamiento ronda el 90% el equipo investigador calcula que en la provincia de Zambezia se producen al menos 200 casos anuales en menores de nueve años. En otras palabras las cifras oficiales representan solo la punta del iceberg.

Pobreza e inequidad

El noma no es contagioso pero su aparición está estrechamente ligada a determinantes sociales de la salud: pobreza, malnutrición, falta de vacunas, infecciones recurrentes y acceso limitado a servicios médicos de calidad.

Los testimonios recogidos en Mozambique muestran además que muchas comunidades interpretan la enfermedad como brujería o castigo lo que estigmatiza a los pacientes y retrasa la búsqueda de atención médica.

"Que no existan registros no significa que no exista la enfermedad sino que no se están poniendo esfuerzos en identificarla", explica Marta Ribes, investigadora de ISGlobal y primera autora del estudio.

"Nuestro trabajo pone de manifiesto que, al igual que en Mozambique, el noma probablemente está presente en muchos otros lugares donde la pobreza expone a los niños al riesgo de padecerlo y de no recibir diagnóstico ni tratamiento posteriormente, lo que implica que sus casos nunca llegan a documentarse", dice Ribes. "Además, este estudio valida una forma sencilla y de bajo coste para detectar casos en estos lugares, que permita crear las primeras evidencias para exigir políticas de salud pública para combatir la enfermedad".

Más allá de Mozambique

Aunque el estudio se centra en un país concreto sus conclusiones son extrapolables: allí donde hay pobreza hay noma. La falta de diagnósticos y de información refleja el abandono de comunidades vulnerables invisibilizadas incluso en las estadísticas de salud global.

"Este estudio demuestra que con herramientas sencillas se pueden detectar enfermedades invisibles para los sistemas sanitarios. Pero sobre todo nos recuerda que el noma es una expresión extrema de inequidad: una enfermedad prevenible que solo persiste porque afecta a los más pobres entre los pobres", señala Carlos Chaccour, coautor e investigador de ISGlobal en el momento del estudio y actualmente en el Centro de Desarrollo Internacional de la Universidad de Navarra.

Los y las autoras subrayan la necesidad de aumentar la sensibilización entre profesionales sanitarios desarrollar planes nacionales de vigilancia y garantizar recursos para la detección precoz y el tratamiento. Con antibióticos y soporte nutricional a tiempo el noma es prevenible y curable.

Referencia

Ribes M, Atumane A, Padama F, et al. "Wherever there is poverty: active and passive case finding to address neglect of noma in Mozambique".BMJ Glob Health, 2025.

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