OLAS DE CALOR
El calor extremo puede hacer que envejezcamos antes
La exposición repetida a olas de calor no solo aumenta la mortalidad a corto plazo, también acelera el envejecimiento biológico. Un nuevo estudio advierte de que sus efectos pueden acumularse y acompañarnos toda la vida, y los más afectados son los trabajadores manuales, las personas que viven en zonas rurales y quienes no disponen de aire acondicionado en sus hogares.

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Las olas de calor, que aumentan en frecuencia e intensidad por el cambio climático, representan un riesgo creciente para la salud de la población. Analizar cómo la exposición prolongada a temperaturas extremas afecta al envejecimiento ayuda a comprender sus consecuencias a largo plazo.
Hasta ahora, las investigaciones sobre sus consecuencias indicaban que el calor extremo afecta de manera negativa a la salud, sobre todo en personas mayores, pero estos estudios se habían centrado principalmente en exposiciones a corto plazo.
Un nuevo trabajo, publicado en la revista Nature Climate Change y liderado por la científica Cui Guo, de la Universidad de Hong Kong (China), analizó los datos de 24 922 adultos en Taiwán, recogidos entre 2008 y 2022, con una edad biológica promedio de 46,3 años, para estudiar cómo las olas de calor impactan en el envejecimiento.
"Hallamos efectos adversos de las olas de calor sobre el envejecimiento biológico estadísticamente significativos y que pueden persistir durante décadas. Al mismo tiempo, observamos que los valores estimados disminuyeron gradualmente a lo largo del periodo de estudio, lo que probablemente refleja una adaptación a escala poblacional", dice a SINC Guo.
Los efectos perjudiciales perduran
A partir de pruebas médicas —como función hepática, presión arterial, inflamación o colesterol— se calculó la edad biológica de cada persona y se comparó con su edad cronológica. Los resultados muestran que quienes habían estado más expuestos a olas de calor presentaban un mayor grado de envejecimiento acelerado. La exposición acumulada al calor se asoció con un incremento de entre 0,023 y 0,031 años en la aceleración de la edad.
"Los efectos estimados de las olas de calor (0,03 años) fueron en general comparables a los de otros factores de riesgo (0,002–0,056 años). Concluimos que la ola de calor es un factor de riesgo externo significativo para el envejecimiento, con implicaciones para la salud similares a los de riesgo internos", enfatiza.
Aunque los participantes parecían adaptarse al calor a lo largo de los 15 años analizados, los efectos perjudiciales para la salud persistieron. "Las personas pueden adaptarse en cierta medida —posiblemente a través de mecanismos biológicos, conductuales o tecnológicos—, pero los riesgos subyacentes para la salud derivados de las olas de calor permanecen y no deben pasarse por alto", explica la investigadora.
"Reconocemos que la aceleración estimada del envejecimiento asociada a las olas de calor es relativamente pequeña en individuos, pero esta estimación se basa principalmente en una exposición de 2 años. A pesar de lo reducido de los valores, creemos que nuestros hallazgos tienen importantes implicaciones para la salud", añade Guo.
Un problema de salud global y en aumento
Por un lado, la experta explica que olas de calor han ocurrido durante al menos décadas, y sus efectos sobre la salud pueden ser acumulativos y volverse sustanciales. "Nuestros análisis de sensibilidad también respaldan que una exposición prolongada puede amplificar estos efectos adversos".
Asimismo, consideran las olas de calor como un desafío ambiental grave y difícil de controlar. "Estudios previos han predicho que las olas de calor serán más frecuentes y durarán más que antes. Los impactos correspondientes sobre la salud podrían ser aún mayores en las próximas décadas", advierte.
Por último, la experta subraya que una ola de calor no es un factor de riesgo individual, sino un problema global. "Resulta difícil comparar la magnitud de sus efectos con los de otros trabajos debido a la evidencia limitada. Para evaluar la importancia relativa de los efectos en la salud asociados a las olas de calor, comparamos las estimaciones con las de factores de riesgo bien establecidos, como los hábitos dietéticos y de estilo de vida", explica la científica.
Colectivos vulnerables
El número total de días de calor extremo resultó ser el indicador más determinante en este proceso. El equipo de Guo también halló que los residentes rurales y las personas que viven en comunidades con acceso limitado a aire acondicionado fueron más vulnerables a los efectos a largo plazo de las olas de calor en la salud. "Esto sugiere que se necesitan medidas específicas", apunta.
Para los trabajadores manuales, la protección según la ocupación es particularmente importantes y debería incluir educación, acceso a recursos de enfriamiento y ajustes en los horarios laborales durante episodios de calor extremo.
Para los hogares expuestos con frecuencia a olas de calor, los investigadores recomiendan también facilitar el acceso a tecnologías de refrigeración, como los aires acondicionados, para reducir riesgos.
En el caso de los residentes rurales, recalcan que se requiere más investigación para comprender completamente las razones de su mayor vulnerabilidad, "pero aumentar la concienciación y proporcionar recursos para reducir la exposición al calor serán claves".
A una escala más amplia, estrategias de salud pública —como fomentar que las personas limiten las actividades al aire libre durante las olas de calor y fortalecer la infraestructura comunitaria de refrigeración— podrían ayudar a mitigar los efectos a largo plazo del calor extremo sobre el envejecimiento.
"No realizamos investigaciones adicionales sobre las razones potenciales de estas diferencias, debido a las limitaciones de espacio en el estudio. Coincidimos en que tanto la mayor probabilidad de estar expuestos a olas de calor, como las desigualdades socioeconómicas deben contribuir a explicarlo", argumenta.
Necesidad de más estudios
Estos hallazgos amplían la comprensión de los impactos del calor, que hasta ahora se habían centrado sobre todo en sus consecuencias agudas, como golpes de calor o mortalidad durante episodios extremos.
El trabajo se suma a otras investigaciones recientes que señalan cómo la exposición al calor puede influir en distintas etapas de la vida. Unestudio previomostró que el calor en los primeros años de vida afecta al desarrollo cerebral infantil. En este se advierte sobre cómo los niños de barrios con menor nivel socioeconómico mostraron una mayor vulnerabilidad a estos efectos.
Otro estudio publicado este verano, con participación la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) y realizado en Madrid y Varsovia, concluyó que las ciudades no están preparadas para proteger a las personas mayores del calor.
Los autores señalan que se deben realizar más estudios con mayor diversidad y que consideren factores como el tiempo al aire libre, el entorno doméstico y los hábitos de uso del aire acondicionado.
Referencia:
Cui Guo et al. "Long-term impacts of heatwaves on accelerated ageing". Nature Climate Change
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