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LA CARA OCULTA DE TRABAJAR EN LA COMPAÑÍA

Cuando trabajar en Google no es tan bonito: así es bucear en la basura de internet

La mayoría de empleados de Google pueden estar contentos con su trabajo diario. Sin embargo, hay otros que tienen que lidiar 'limpiando' la basura que hay en internet.

Trabajar en las cloacas de Google

Trabajar en las cloacas de Google Agencias

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Cuando hablamos de trabajar en Google todo son albricias y felicitaciones: nos imaginamos a los empleados cobrando un dineral, bajando por los toboganes de las oficinas, comiendo gratis, echándose una siesta en la hamaca y, más allá de las posibles trivialidades, trabajando en algo que verdaderamente les apasiona.

Sin embargo, todos los trabajos tienen su ángulo inverso, y Google no es una excepción. Y es que trabajar en la mayor ventana a internet de todo el mundo tiene sus puntos buenos, claro que sí, pero también los malos. Y entre los malos está tener que conocer qué son y cómo funcionan las cloacas de internet para poder hacerlas desaparecer.

Confesiones de un 'basurero' de Google

Así lo revelan las confesiones de un exempleado de Google que ha relatado en una entrevista algunas de las peores experiencias que ha sufrido a la hora de llevar a cabo su trabajo como 'vigilante' de la basura con la que Google lidia a diario y a la que, más pronto que tarde, tiene que echar de su buscador.

Su trabajo lo podemos resumir en una frase: este empleado se dedicaba a navegar por todo el pozo de inmundicia. Pornografía, spam, pornografía infantil, violencia, gore extremo, mutilaciones, violaciones... En definitiva, un bodegón de todo lo más despreciable que puede circular por internet. El trabajo no era el más agradable del mundo, qué duda cabe, pero este empleado lo llevaba con cierta dignidad.

Cada día tenía que enfrentarse a lo peor: en total, cerca de 15.000 imágenes diarias de material que el ciudadano medio no podría visionar ni tan siquiera un segundo. Tenía que entrar en foros, en webs o en cualquier rincón digital que apareciese bien colocado en Google y que tuviese material que, como poco, debería ser desindexado lo antes posible.

Como él mismo cuenta, su trabajo consistía en hacer lo que nadie más en Google quería hacer: no sólo se trataba de hacer 'desaparecer' el material, sino también de hacerlo rápido y de ejercer de interlocutor ante las autoridades policiales.

Al psicólogo de cabeza

A este 'basurero' no le fascinaba su trabajo diario pero, al estar en condición de trabajador externo para Google, tampoco podía quejarse demasiado. Además, consideraba que, pese a la crudeza del material que acostumbraba a ver, se había acostumbrado a ello y conseguía que no le pasase factura a nivel emocional... o eso creía.

Con el tiempo, Google le pidió que fuese a hablar con una agencia federal. En aquella charla, la agente en cuestión descubrió lo que temía encontrarse: nuestro protagonista acababa viendo o imaginando material perverso en prácticamente cualquier cosa. Incluso un 'inocente' test de Rorschach hizo que el empleado tomase una decisión: “Necesito ir a terapia”. Era evidente que aquello había empezado a obsesionarle y acababa viendo cosas que no eran.

Si esto ya era malo, lo peor llegó después: Google decidió no contratarle de manera estable y le sugirió que se pagase él mismo la terapia. Y ese trato ha sido precisamente el que ha motivado la confesión del empleado.

En YouTube, tres cuartos de lo mismo

En su entrevista, el exempleado de Google asegura que otro colectivo de empleados que lo tienen crudo son los de YouTube. Y es que cada hora hay gente que sube a YouTube no sólo peleas o material violento (pero medianamente asumible), sino también violaciones o decapitaciones, con lo que dichos empleados viven con un permanente nivel de estrés para que dicho material desaparezca cuanto antes.

Y es que todos los sectores y todas las empresas tienen sus propias cloacas. Y si te toca lidiar con ellas, más vale que tengas la cabeza amueblada y el estómago cerrado. Si no, lo que parecía ser un idílico trabajo en Google podría convertirse en todo un trauma psicológico.

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