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ALIADO PARA EL VERANO, ENEMIGO PARA EL CLIMA

El aire acondicionado te enfría a ti, pero calienta aún más el medio ambiente

Nosotros nos libramos del calor aunque a la vez echamos más leña al fuego. Así es el círculo vicioso del aire acondicionado y el cambio climático.

Aires acondicionados

Aires acondicionados Dick Thomas Johnson en Flickr bajo licencia CC

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Los dos últimos veranos no hemos dejado de leer titulares como los siguientes: “El verano dispara la demanda de instalación de aire acondicionado” (2016) o “El consumo eléctrico marca un máximo de verano en tres años por la ola de calor” (2015).

Nunca, desde que se tienen registros, se había experimentado en el planeta un mes tan caliente como el de julio de 2016, según datos de la NASA. Además, el récord histórico en el mercurio va camino de romperse también a nivel anual, a tenor de las mediciones metereológicas

Con estos datos, con este calor insufrible y con muchas de nuestras casas tan mal aisladas, térmicamente no es raro que la compra de sistemas de climatización esté teniendo un 'boom' en todo el mundo. Aunque, paradójicamente, el uso de aire acondicionado refuerza el cambio climático.

Cada vez más

El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) augura que la presencia de estos aparatos aumentará como mínimo un 30% a finales de siglo. Esperemos que para entonces hayan mejorado, porque los refrigerantes utilizados en las instalaciones actuales emiten gases de efecto invernadero.

En Europa, el fenómeno no está desarrollado al extremo como en Estados Unidos, en donde el 90% de las casas están equipadas con estos equipos. En los países emergentes como China la demanda se ha duplicado en los últimos cinco años, según datos que aporta un profesor de la Universidad de Berkeley en 'The Conversation'.

Este economista apunta que el cambio de estilo de vida en países con grandes poblaciones se sentirá en todo el mundo. Un estudio holandés de 2009, publicado en 'Energy policy', concluyó que a mediados de siglo la cantidad de energía usada para aliviarnos del calor será más alta que la usada para calefacción en invierno.

El lado positivo de mejora de las condiciones de vida es innegable, pero falla desde el punto de vista medioambiental por las altas cantidades de electricidad que consumen, lo que supone un impacto negativo siempre que sigan utilizando fuentes de energía que emitan grandes cantidades de CO2. Mejorar el balance energético de las unidades exteriores e interiores y el uso de energías renovables sería la solución.

El problema de los refrigerantes

La cuestión es que estos dispositivos usan gases que sirven para refrigerar que, en teoría, no pueden salir de los aires acondicionados... pero en la práctica casi siempre hay fugas durante la fabricación, el mantenimiento o tras un uso intensivo del aparato.

Los clorofluorocarbonos (CFC) fueron los refrigerantes más usados y se prohibieron en 1996 por su daño a la capa de ozono. Les sustituyeron los hidrofluorocarbonos, uno de los seis gases de efecto invernadero contemplados en el Protocolo de Kioto que, si bien no dañan directamente la capa de ozono, algunos de sus compuestos calientan miles de veces más que el CO2, según datos que aporta un experto estadounidense en 'Le Temps'.

El mismo experto afirma que la nueva generación de gases refrigerantes, los llamados HFO, tienen un menor efecto invernadero, aunque uno de sus compuestos presenta “una potencia herbicida persistente en el agua y suelo”.

La solución para que el aire acondicionado no ayude a empeorar el cambio climático no sólo está en la mejor gestión de los refrigerantes, sino también en la mejora en los aislamientos términos de los edificios antiguos y en la adaptación de la arquitectura a las asfixiantes olas de calor que vamos a ir sufriendo en los sucesivos veranos.

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