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MONUMENTOS MEGALÍTICOS Y ASTRONOMÍA

La Arqueoastronomía y la llegada del invierno

En estas fechas estamos a punto de entrar en uno de esos momentos de especial interés en lo que a la traslación de la Tierra se refiere: el solsticio de invierno, que este año será el 21 de diciembre a las 18:11 (hora peninsular española). A partir de ese momento dará comienzo la estación invernal.

Imagen aérea del monumento de Stonehenge, en el condado de Wiltshire (Inglaterra)

Imagen aérea del monumento de Stonehenge, en el condado de Wiltshire (Inglaterra) worldalldetails.com

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Dentro de la cultura pagana destacan tanto el solsticio de verano como el de invierno. El primero de ellos indica la noche más corta donde la luz domina sobre la oscuridad. Por el contrario, el segundo de ellos señala un momento en el que las tinieblas se han apoderado de la luz, ofreciéndonos la noche más larga. Y es también motivo de celebración ya que los días empiezan a crecer, indicando que la luz le empieza a ganar terreno a la oscuridad.

Y ahí es donde viene el legado de la Arqueoastronomía, la ciencia que estudia, entre otras cosas, los monumentos megalíticos y sus alineaciones astronómicas, haciéndonos ver que mucho antes de la invención del telescopio el hombre ya levantaba la vista al cielo, sentía curiosidad, observaba las salidas y puestas del Sol y la Luna, creando mitos y rituales.

Las culturas antiguas realizaron grandes esfuerzos por comprender los cambios de estaciones, y predecir los solsticios y equinoccios ya que marcaban los ciclos de las cosechas y las amplitudes de los períodos de luz y oscuridad. Para ello construyeron monumentos de carácter astronómico para saber cuándo llegarían y festejarlo.

Stonehenge, en Inglaterra, es uno de estos monumentos, tal vez el más famoso. Construido hace unos 4.500 años, todavía hay dudas de cuál era su objetivo. ¿Observatorio astronómico? ¿Calendario? No se sabe a ciencia cierta, pero lo que sí se sabe es que en el momento de su construcción estaba alineado con la salida del Sol en el momento del solsticio.

Al salir el Sol este nombrado día, los primeros rayos de Sol pasan a través de una grieta artificial creada con el objetivo de acotar el rayo que será proyectado sobre la piedra altar, situada dentro del círculo de piedra.

Pero Stonehenge no es el más antiguo de estos edificios. Hace unos 5.100 años en la actual Irlanda se comenzó a construir un túmulo llamado Newgrange. Éste monumento y Stonehenge tienen varias similitudes. Las más contundentes son su forma circular, a la vez que la existencia de una zona a modo de altar. También, en ambos casos, un juego de piedras está colocado fuera del círculo central, alineado con la salida del Sol en el solsticio y la zona calificada de altar.

Imagen aérea del túmulo de New Grange, en el condado de Meath (Irlanda)

Lo que sí sabemos de Newgrange es que su carácter era meramente espiritual. Aprovechaban el primer rayo del solsticio para purificar los espíritus de sus muertos indicándoles el camino para viajar a su paraíso.

Una reflexión mucho más relacionada con la actualidad es que tal vez cuando el hombre comenzó a comprender el funcionamiento de los equinoccios y solsticios, comenzó la agricultura ya que marcaban las épocas de siembra y recolección.

Lo que sí es una realidad es que sin herramientas complejas, el hombre también tiene la capacidad de interpretar el cielo, y hacerlo correctamente. Como legado nos dejaron estos dos monumentos increíblemente magníficos, sobre todo cuando se comprende su funcionamiento.

Si alguna vez visitáis Stonehenge o Newgrange, no lo veáis como un conjunto de piedras, sino como un instrumento construido a partir de las primeras observaciones astronómicas que hizo el ser humano y que le permitieron interpretar los ciclos celestes.

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