José María Gil-Robles, líder de la CEDA, visitó en 1934 y pronunció unas palabras que calentaron el ambiente entre los mineros de Asturias, hasta el punto de que tuvieron que poner escobas en el coche del líder de la CEDA para evitar las chinchetas. Y solo un mes después de la visita de Gil Robles a Asturias, explotó la revolución minera contra una República ya gobernada por la derecha.

Nueve décadas después, encontramos a Mateo Balbuena, uno de sus protagonistas. Este feliz jovenzuelo de 110 años justo alcanzaba la mayoría de edad cuando luchó en la Revolución de Asturias, en el que él considera "uno de los acontecimientos históricos más importantes de España". Ante el temor de que la CEDA destruyera todo lo construido por la República, Mateo Balbuena se unió a la revuelta de la mano de los socialistas. "Me encontré con un grupo de socialistas que iban a incorporarse a Oviedo; yo les dije que era comunista y me dijeron que no importaba, así que marchamos todos unidos", recuerda.

Mateo relata ahora sus recuerdos con serenidad, como quien explica un cuento. Sin embargo, las manos que hoy se apoyan sobre bastones para caminar, llegaron a empuñar fusiles contra sus enemigos. "A ciegas, como hacían ellos", expresa el hombre. Solo dos semanas después, el Ejército de la República, gobernada por la derecha, desfiló por la capital asturiana. Entre ellos estaban algunos de los generales que habían llevado a cabo una dura represión, felicitada entonces por Gil-Robles padre, y criticada hoy por Gil-Robles hijo: "La represión fue terrible en Asturias; hubo fusilamientos, hubo muchas cosas...".