Cada viernes, José Manuel Soria acude a La Moncloa, a la reunión del Consejo de Ministros.Uno de esos días anunció la modificación de las primas de la electricidad: reducir las ayudas por cogenerar energía en las fábricas El ministro piensa que está mejorando el panorama eléctrico español, y puede que sea así, pero, al mismo tiempo, el ministro está creando un problema a Dolores, Borja o a Antonio…

Son trabajadores de una planta de Sniace en Cantabria. La decisión del ministro provoca que la empresa tenga que cerrar. Es cierto que ya andaban con problemas, deudas, pero la decisión del ministro de Industria tumba definitivamente a esta fábrica.

500 trabajadores a la calle. Otro medio millar de puestos indirectos también desaparecen. El cierre de la fábrica fue hace dos años. Desde entonces, viven de una prestación por desempleo que ya se acaba, y sueñan con un empleo que no llega. 

En eso están. No se resignaron. No aceptaron su despido. Decidieron batallar por su empleo, por lo que consideraban su presente y su futuro.  Fue como un viaje en el tiempo. Porque dos décadas antes ya habían tenido que pelear por sus empleos. Sniace quiere volver a abrir.Los dueños y los trabajadores han firmado un acuerdo con el apoyo de la administración. Solo queda el visto bueno de los acreedores.

A algunos les van a prejubilar con condiciones razonables. Del resto, la mayoría de los empleados volverá a sus puestos, a otros los van a prejubilar con condiciones razonables. No será gratis. Trabajarán más, cobrarán menos. Con su sacrificio, garantizan su futuro y el de la ciudad de Torrelavega y su comarca.

En Ateca, en Zaragoza, para saber dónde está la fábrica no hay que buscar chimeneas humeantes ni ruido de camiones. En Ateca, para saber dónde está la industria hay que seguir por las calles un olor. El del camino que recorre Fernando a diario para ir a su trabajo

Fernando, como Conchi, trabaja desde hace más de 30 años en la principal industria de Ateca, el chocolate. Elaboran el producto estrella. Una mezcla de barquillo y chocolate que todo el mundo conoce: el huesito.

De la fábrica salen 100 millones de barritas de chocolate al año, el 13% de todas las que se comen en España. Por esta cinta salen los huesitos desde hace 50 años. Un producto nacional que ha estado mucho tiempo en manos de una multinacional estadounidense, Mondelez. 

Hasta que en abril de 2013 la empresa tomó una decisión. España pierde sus históricos huesitos: se harán en Polonia. Los trabajadores podían mantener su empleo si se iban a Polonia a seguir haciendo huesitos o si se mudaban a Valladolida a fabricar caramelos.

Pero en Ateca no les gusta que Huesitos se nacionalice polaco. Nadie quiere que la barrita pierda su unión con el pueblo, que se transforme en una chocolatina más en el estante. El pueblo no quiere que la centenaria planta de Huesitos se transforme en la fábrica de muebles o la fábrica de ropa que cerraron unos años antes.

Todos en el pueblo buscan una salida. Nadie quiere perder los huesitos,  dejarlos marchar.El alcalde daba ejemplo comiendo huesitos y llamando a todas las puertas. Mientras, los trabajadores de la fábrica, sus familias y los vecinos de Ateca reivindican sus empleos. Manifestándose, protestando con jotas. Al final, no se los llevaron a Polonia. Los huesitos no se fueron.

Todo gracia a Pedro López, consejero delegado de Chocolates Valor. Compró la fábrica y los huesitos justo a tiempo para evitar la mudanza. En sólo un año, ya ha incrementado las ventas e incluso firmado acuerdos para poner huesitos en los helados de McDonald’s.