Cuando la empresa en la que había trabajado toda la vida cerró, Lambros cobró el paro durante un año, pero cuando se le acabó no pudo mantener su casa. A sus 50 años, se quedó en la calle. Tras pasar 30 noches en la calle, duerme ahora en un albergue social rodeado de gente con un futuro incierto.

Esta también se vive en las calles de España. Lambros está en el paro, igual que uno de cada cuatro griegos (25,8%). Prácticamente igual que en España, donde el desempleo asciende al 23,9%.

Anastasía trabaja en el ministerio griego que gestiona los fondos europeos. Como al resto de funcionarios, le han recortado el sueldo casi la mitad. En España, los funcionarios llevan con el sueldo congelado cinco años, y en 2012 se quedaron sin la paga de Navidad. Pero en Grecia, además de los recortes salariales, 15.000 han sido despedidos y 25.000 prejubilados. Se calcula que antes de la crisis uno de cada cuatro trabajadores era asalariado públicos. En España, uno de cada 8.

El problema es que el Gobierno griego no tiene dinero. Mientras en España, la deuda pública es del 92% del PIB, en Grecia es casi el doble: 175%. Ambos países eligieron reducir el gasto y uno de los peores recortes se lo llevó la Sanidad.

En España un 1,9% de recorte anual que se tradujo en despidos, exclusiones del sistema público, listas de espera más largas y copago de medicamentos. En Grecia, el tijeretazo ha sido de un 9% al año, que ha dejado a tres millones de habitantes, uno de cada cuatro, con una asistencia sólo de urgencia.

Algo parecido sucede con la educación. Desde el inicio de la crisis, se calcula que en España y en Grecia el recorte en gasto educativo ha sido de casi un 20%. Pero es que el sistema educativo griego ya estaba entre los peores de la Unión Europea. Anastasio tiene 32 años. Es licenciado en Música y estudia Filología Hispánica. Ni siquiera ha iniciado su carrera profesional. “Hay facultades con ratas. Llevan seis meses sin clases”, denuncia. Se ha despedido a un 10% de los profesores y han cerrado 1.000 centros educativos.

Dino, el jubilado, se quedó viudo, y el Gobierno le dejó sin su pensión de jubilación de 350 euros. La razón, que no vivió en Grecia los últimos 20 años de su vida laboral. A sus 75 y pese a su enfermedad, se ve obligado a compartir con 80 personas más un albergue social que paga el ayuntamiento. Para sobrevivir, hace traducciones al español que cobra en negro. En su misma situación de pobreza hay más de 20.000 jubilados griegos.

En 2012, un hombre de 77 años se suicida en la misma plaza Sintagma porque el recorte de su pensión le llevó a la pobreza. Las imágenes conmocionaron a los griegos, pero no fue un hecho aislado. En estos seis años, Grecia ha pasado de ser, en la Unión Europea, del país con menos suicidios al que más.