David trabaja como informador para el Centro Nacional de Inteligencia desde hace más de una década. Gran parte de su trabajo era identificar a las mafias que se aprovechan de los inmigrantes que intentan llegar a España. Hay precios para todos los bolsillos.
Los que menos tienen se conforman con un chaleco salvavidas para cruzar nadando. Son 40 euros. Un hueco en una patera llena de gente son 1000 euros por persona. Que te camuflen dentro de un vehículo cuesta 4.000 euros, aunque no es un viaje precisamente cómodo. Algunos se convierten en otra pieza más del coche. Lo más caro es entrar por la frontera con documentación falsa: 6000 euros.
David nos enseña la moneda de cambio más valiosa: los niños. En su trabajo como espía consiguió fotos de pequeños, algunos bebés, a los que las mafias obligan a cruzar el desierto. Las mafias los usan para asegurarse de que las mujeres que traen a España a prostituirse no sean devueltas. Así, aseguran su inversión.
"Descubrieron que madre con niño tienen menos posibilidades de ser deportadas. Entonces empezaron a alquilar niños. Desde el punto de vista humano tenía valor, pero no informaba. No era el objetivo. Era más importante apuntar una matrícula de un vehículo que hablar de tragedias. Mientras los cadáveres aparezcan en Mauritania no nos preocupa", relata David.