De repente, una guerra que lleva más de 100.000 muertos pero que apenas ha interesado en occidente se convierte en prioridad mundial. Todas las miradas apuntan a Obama porque justo un año y un día antes, el presidente de Estados Unidos dice que las armas químicas son una línea roja. Ya han traspasado las líneas rojas. Obama es preso de sus palabras y prepara su ataque.
Estados Unidos tenía a su ejército preparado para atacar
Al Assad tenía a su ejército preparado para defenderse. El mundo tenía claro que iba a haber una intervención militar en Siria pero una rueda de prensa cambia la historia.
John Kerry está en Londres, acaba de reunirse con el ministro de exteriores británico y se enfrenta a los periodistas con un objetivo: defender la guerra. Pero una periodista le cambia el paso: “¿Puede Al Assad hacer algo para evitar el ataque?”
La respuesta, aparentemente improvisada, cambia el destino de 20 millones de sirios: “Claro, podría entregar hasta la última pieza de su arsenal químico a la comunidad internacional durante la próxima semana. Pero él no lo va a hacer, no se puede hacer, obviamente”.
El mismo Kerry es consciente de lo que acaba de hacer: Le ha enseñado la escapatoria a El Assad. La reacción es extremadamente rápida. Sólo cinco horas y seis minutos después, Rusia transforma un comentario irónico en una propuesta oficial.
Sólo una hora y 27 minutos más tarde, Siria asegura que acepta. El día lo cierra Obama con seis entrevistas consecutivas en las seis randes cadenas de televisión norteamericanas. Quería convencer a su pueblo para que apoyaran la intervención pero el presidente acaba apostando por el diálogo. "Si hay una forma de conseguirlo diplomáticamente, ésa es absolutamente mi preferencia" Ahora, la intervención no está descartada pero sí en pausa.
Una historia de auténticos espías
No solo fue a Bárbara Rey: viaje a la España de los 90 en la que el CESID espió a mansalva
Columnas de la Historia laSexta columna ahonda en los diarios del jefe de los espías de la época, Emilio Alonso Manglano, para reconstruir cómo el poder se movió entre las sombras para tapar sus vergüenzas o destapar las del contrario.