La industria representaba en España en el año 2000 un 16% de su PIB. Hoy apenas llega al 13.177.000 empresas del sector han desaparecido. Uno de cada tres trabajadores han tenido que abandonar sus fábricas. En la crisis, la industria española se ha parado.
El ‘campamento de la felicidad’ se levanta a las puertas de la fábrica de Coca-Cola, en Fuenlabrada, Madrid. Los trabajadores levantaron este campamento hace justo un año. La empresa les dijo que la fábrica no era eficiente. Así que la cerró y ofreció indemnizaciones y recolocaciones a las que se acogieron 900 empleados. Los 300 que acampan aquí las rechazaron. Eligieron luchar por sus puestos de trabajo.
Cuando cae la noche los que se quedan de guardia intentan refugiarse del frío y descansar. Félix es el encargado de la intendencia. Está pendiente, por ejemplo, de que a nadie le falte un tazón de caldo caliente.
Aunque para la mayoría de ellos, el frío es lo de menos. A Raúl, luchar por su puesto de trabajo no solo le está suponiendo un problema económico. Para él también está teniendo consecuencias familiares. A Juan, el año que lleva acampado aquí le ha costado su matrimonio.
Antes de que amanezca, llegan los refuerzos. Quieren evitar que desmantelen la maquinaria de la fábrica. Si la empresa lo consigue, ya no tendría que readmitirles tal y como ordena la Audiencia Nacional. Así que identifican y registran uno a uno a todos los empleados de seguridad que llegan a su turno de trabajo.
La Audiencia Nacional ha dicho que las recolocaciones que ofreció la empresa son ilegales. Fue el caso de José. Tenía que dejar Madrid y mudarse a Málaga. En esa lucha los trabajadores sobreviven como pueden. Porque a todos les cortaron el paro cuando sus despidos fueron declarados nulos. En teoría, la empresa tiene que pagarles su salario. Y dice que lo hará.
Aunque de momento, no han visto ni un euro. Coca Cola ha decidido dar la cara ante laSexta Columna. Manuel Pimentel es el negociador que han elegido para intentar llegar a un acuerdo con los trabajadores. Ante nuestra cámara asegura que la mano sigue tendida.