Su pelo al viento, su barba descuidada, su camiseta por fuera y sus gritos contra todos los políticos le han convertido en un icono contra el orden establecido.Sus apariciones mesiánicas han enamorado a ocho millones de italianos.
En campaña, Grillo sorprende con su mezcla de agresividad y sonrisas. Sobre el escenario condensa su dotes de actor, humorista y político. Grillo es un maestro audiovisual que lleva casi cuatro décadas haciendo reír a los italianos.
Poco a poco, se inclina hacia la sátira política. Sus actuaciones arrasan en la tele y se convierte en una celebridad. Hasta el 15 de noviembre de 1986. Los socialistas, gobiernan Italia con Craxi y Grillo los llama ladrones en horario de máxima audiencia y desde la televisión pública. Fue un ataque tan directo que el público tardó en reaccionar.
La broma le costó ocho años de veto y en Italia hay dos televisiones: las públicas y las de Berlusconi. Así que para los italianos, Grillo desapareció de la tele y para Grillo, la televisión desapareció de su vida.De ahí viene su odio a los medios de comunicación italianos a quienes considera vendidos. Con las teles extranjeras, como laSexta, todo son facilidades.