Arturo Béjar era jefe del área de protección y cuidado al usuario en Facebook. Lo fundamental en su trabajo, según relata en Salvados, era que "cuando un menor está teniendo una mala experiencia en línea, lo más importante es que se sienta apoyado en el momento". Por entonces, apunta, "había unos límites muy fuertes a lo que una persona revisando contenido podía hacer" y "la misión era que el menor se sintiera apoyado".
Entonces, ¿por qué abandonó Facebook en el año 2015? El ingeniero explica que lo hizo a raíz de su separación, para poder pasar más tiempo con sus hijos, que en ese momento tenían 13 y 10 años. "Yo quería poder recogerles de la escuela y ayudarles con las tareas y uno no puede ser un jefe de una compañía de redes sociales de un área tan importante y hacer un buen trabajo si uno no puede estar allí la mitad del tiempo", apunta.
Sin embargo, fue también por sus hijos que tomó la decisión de volver a la compañía: "Cuando mi hija cumplió 14 años, dejé que entrara en Instagram y poco tiempo después, a ella que le encantan los coches y cosas así, vino llorando porque había hecho una foto de un coche y había un comentario acerca de su cuerpo", relata Béjar, que señala que la niña trató de pedir ayuda, pero la respuesta que recibió por parte de Instagram fue que el comentario en cuestión no violaba ninguna regla de la plataforma.
"A sus 14 años me decía: 'Sí, también me han mandado mensajes sexuales horribles'", continúa el exdirectivo de Meta. La aplicación, sin embargo, "no le daba ninguna oportunidad de reportar" lo que estaba pasando: "No había manera", explica el ingeniero, que denuncia que a día de hoy tampoco existe esa posibilidad. "Saca tu teléfono: no hay una manera que tú o yo, mucho menos una niña de 13 años, pueda usar para decir 'esto me está pasando'", sostiene en la conversación con Gonzo.
"Lo que debería existir hoy para no solo los menores, sino para todo el mundo, es en tus mensajes un botón que fácilmente te deje decir 'esto es acoso, no es para mí'", reivindica Béjar, que apunta que esto no solo le estaba ocurriendo a su hija, sino también a sus "compañeras de clase" y "amigas del barrio": "Todas estaban teniendo la misma experiencia", incide.
"En ese momento lo que yo decidí hacer fue regresar. No quería ser alguien que estuviera parado fuera de la compañía criticando a la compañía sin haber hecho un intento de mejorar las cosas", explica. "Cuando vi la experiencia de mi hija, eso me llevó a un camino que acabé adentro de Instagram en el equipo que estaba trabajando en esas cosas", agrega.
Aunque en ese momento no llegó a plantearle a la niña que desinstalara la aplicación, hoy lo tiene claro: "Yo no sabía cuando entré a Instagram el alcance de los daños. Sabía que a mi hija le estaban dando comentarios misóginos en sus páginas y que estaba recibiendo mensajes no apropiados de acoso de otros menores alrededor de ella", afirma.
"Con lo que yo sé ahorita, a través de trabajos que hice en Instagram, bajo ninguna circunstancia yo hubiera dejado que mi hija entrara en Instagram antes de que tuviera 16 años. Y de haber sabido los números que yo sé, yo hubiera ido con mi hija y le hubiera dicho: 'Hoy borras Instagram'", sentencia.