Circulamos por una de las carreteras donde se hace visible la presencia del lince ibérico. En lo que va de año, han muerto doce ejemplares, más del doble que en 2014. Para los colectivos ecologistas, tiene una explicación.
Es solo un ejemplo de las deficiencias que muestran las carreteras. Culpan tanto al Ministerio como a la consejería de Fomento de la Junta de Andalucía. Desde el programa de conservación del lince ibérico, entienden que se producen más atropellos porque la población se ha triplicado en los últimos años.
La crisis y la falta de presupuesto también tienen la culpa. En el parque nacional de Doñana, en la provincia de Huelva, se crearon infraestructuras como pasos elevados para evitar que los animales cruzasen por la carretera y evitasen a los vehículos.
Quedan poco más de 300 linces ibéricos en toda la Península. En Ciudad Real se han soltado tres ejemplares que esperan correr mejor suerte. De ellos también depende que la especie persista.