Mónica es quiromasagista, ofrece lo que sabe hacer a cambio de productos básicos. Ella, su marido y su hija de dos años no llegan a final de mes.

Su marido trabaja como conserje. Es, dice, la historia de trabajadores que no llegan ni a mileuristas y no tienen para comer. Ella lleva cinco años en paro.

Comen y cenan de lo que les da su suegra pero están pasando hambre. El dinero no llega ni para papel higiénico, en casa sólo hay un rollo. Los pañales de la niña se han convertido en un objeto de lujo y se reciclan.

En 2009 empezó su particular crisis, hasta entonces en casa entraban hasta 3.000 euros. Hace tres días que publicó el anuncio y el teléfono no para de sonar.

Muchos confunden el mensaje y se creen que los masajes incluyen algo más, ella sólo quiere un trabajo para sacar a su familia adelante. Dice que son los nuevos pobres: aquellos que aunque trabajan no tienen ni para una barra de pan.