Un equipo de 'Más Vale Tarde' ha visitado las oficinas en Barcelona del grupo 'Cyberclick'. En un espacio diáfano trabajan cinco empresas diferentes aunque ningún límite las separa. Todos trabajan por equipos y todos se gestionan su tiempo porque no hay horarios. Es un ejemplo de 'flexiworking'. Los trabajadores pueden elegir a qué hora llegan a la oficina y a qué hora se van. 

"En realidad no hay nadie que te venga y te controle diciendo que tienes que cumplir un día ciertos objetivos, sino que has de saber trabajar, ser responsable. Se deposita la confianza en el trabajador", explica Laia Cardona, que trabaja de forma flexible.

Al final del día, los empleados miden su estado de ánimo con el semáforo de la felicidad. Antes de irse reciben un correo electrónico en el que les preguntan sobre su estado de ánimo al llegar y al salir. 
Su rendimiento se mide en base al cumplimiento de los objetivos de la empresa, que además da beneficios. Cardona cuenta que "si las personas llegan al trabajo felices y están bien, darán lo máximo de sí mismos, es un valor para que luego se consigan los beneficios de la empresa". 

Beneficios para la empresa y también para el trabajador. Toni Arco, que también trabaja de forma flexible, explica que "el hecho de tener asuntos personales y poder salir a las cuatro o las cinco o a media mañana te ayuda a estar mejor porque si tienes una preocupación no trabajarás bien".

El último en incorporar el trabajo flexible a su plantilla, es el Banco Santander. Una decisión de Ana Patricia Botín, su presidenta desde septiembre de 2014, que quiere que sus empleados concilien su vida familiar con el trabajo y que aumenten su productividad. Algo que suena muy bien para el grueso de la población. 

Aunque el trabajo flexible tiene sus limitaciones. No todo el mundo es capaz de autogestionarse y no puede aplicarse en todos los trabajos. La implantación del trabajo flexible aún es baja en España. Según un estudio reciente, sólo el 13% de las empresas encuestadas lo aplica en su plantilla.