Un "caso sospechoso" de extremismo
Radiografía de la AfD: un partido de extrema derecha que desgasta la democracia desde dentro
Los motivos El informe de inteligencia alemana documenta años de discursos xenófobos, propaganda digital y ataques al orden constitucional mientras el partido consolida su posición como principal fuerza opositora.

Tras años de vigilancia, análisis y recopilación de pruebas, los servicios de inteligencia de Alemania han dado este viernes un paso sin precedentes: Alternativa para Alemania (AfD) ha sido oficialmente clasificada como un partido de extrema derecha. Hasta ahora era considerado solo un "caso sospechoso" de extremismo, pero ya no hay duda: la AfD representa una amenaza demostrada para el orden democrático.
La ministra del Interior, Nancy Faeser, ha sido clara: "La AfD debe clasificarse como un partido de extrema derecha, ya que se ha demostrado que atenta contra el orden fundamental, libre y democrático. Discrimina a grupos enteros de población. Los ciudadanos con antecedentes migratorios son tratados como alemanes de segunda clase".
El informe de los servicios de inteligencia es contundente. Tras años de seguimiento exhaustivo de discursos, mítines y publicaciones, se constata una gran cantidad de mensajes racistas, dirigidos especialmente contra migrantes y musulmanes. Muchos de estos mensajes se han intensificado durante las últimas campañas electorales, tanto en las regionales de septiembre como en las federales más recientes.
En algunos casos, la AfD llegó a utilizar vídeos generados por inteligencia artificial para criminalizar a los migrantes o incluso repartir falsos billetes de deportación, con un diseño escalofriantemente similar al de la propaganda nazi.
La retórica del partido —que califica a ciudadanos de origen extranjero como "alemanes de pasaporte" o incluso como "hombres cuchillo"— no ha impedido su ascenso. De hecho, la AfD ha logrado el mejor resultado electoral de su historia, situándose como la segunda fuerza más votada del país y principal partido de la oposición. Un avance alarmante para un partido abiertamente anti-multiculturalista, con vínculos con Viktor Orbán, simpatías con Vox y conexiones con el entorno de Donald Trump.
A partir de ahora, las autoridades podrán vigilar aún más de cerca a la AfD: con informadores, escuchas telefónicas e incluso la posibilidad de infiltrarse en sus reuniones internas. Este es el primer paso hacia una posible ilegalización del partido, aunque el canciller en funciones, Olaf Scholz, ha optado por la cautela: "Creo que no hay que precipitarse. Me opongo a una solución rápida". Pero la decisión de los servicios de inteligencia ya ha encendido el debate político.