El famoso gol de Diego Maradona contra Inglaterra en el Mundial de 1986 ha inspirado una teoría innovadora sobre la política de tipos de interés que ha estado marcando la economía en los últimos años.

La teoría defiende que los bancos centrales de los países deben emular la habilidad de Maradona en ese gol, manteniendo a los inversores en vilo y anticipándose a sus movimientos.

La clave reside en el genio del futbolista argentino, quien, a pesar de correr en línea recta, logró deshacerse de cinco rivales gracias a sus amagues. Se trata de aplicar esa política a los tipos de interés: los inversores tienen que reaccionar más a lo que las autoridades monetarias avisan de que podría pasar en el futuro (el amague) que a los tipos de interés actuales (por donde va el jugador).

Un ejemplo de hace unos meses: cuando Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos, anunció que no reduciría los tipos de interés inmediatamente, aunque dijo que "los funcionarios están discutiendo si hacerlo en unos meses". Esa frase hizo subir las acciones.

Los inversores, al igual que los engañados por Maradona, se vieron obligados a anticiparse a las jugadas futuras en lugar de reaccionar únicamente a la situación actual.