Dinero Fácil. Tecleando estas dos palabras en Internet la pantalla se inunda de ofertas. Ni siquiera hay que conocer al prestamista. La mayoría no da registro ni dirección. Sólo un teléfono.

El 20% del dinero que se presta en España está al margen de los bancos. Prestamistas e intermediarios se reparten el negocio.

Entramos en la sede de uno de esos intermediarios y les encontramos en pleno curso de formación: están ampliando plantilla a pesar de la crisis. La crisis es, precisamente, el secreto de su éxito.

En España hay más de 500 empresas que han solicitado estar en el registro. 372 ya están en el circuito del crédito fácil.

Los prestamistas de guante blanco no usan la violencia. Pero son igual de inflexibles.

Manuela firmó un crédito que en dos años se multiplica por seis. El prestamista a quien pide dinero se queda con la vivienda que pone como garantía. Todo de manera legal, pero ella denuncia al usurero.

Los casos de personas que pierden su casa por una pequeña deuda se multiplican. La Policía Nacional investiga cientos de expedientes en toda España. Todos vinculados al mismo hombre: Antonio Arroyo.

Buscamos al prestamista al que acusan de quedarse con sus casas. No podemos localizarle en la dirección que indica en sus contratos, ni tampoco en su nueva dirección, así que vamos a buscarle a un chalet en una zona residencial a las afueras de Madrid.

Sale en un coche, y la conductora intenta evitar a toda costa que grabemos al usurero. Vamos al único lugar donde podemos encontrar lo rentable que es su negocio: El registro de la propiedad. El usurero tiene viviendas y locales en un centenar de municipios de toda España. Es el resultado de años dedicado a conceder dinero fácil.