"¿Tú crees que se han ido porque alguien nos ha delatado?". Jalis de la Serna y el equipo de Enviado Especial buscan por la selva alguna evidencia de lo que en Costa de Marfil es un secreto a voces: hay niños trabajando en las plantaciones ilegales de cacao, cargando kilos y kilos de semillas a sus espaldas y recogiéndolas de sol a sol. Algunos de ellos llegan desde Burkina Faso o Mali. Por supuesto, no se cumple el protocolo internacional que desde el 2001 obliga a erradicar el trabajo infantil.

Pero no encuentran ni un rastro. Luis, el experto que acompaña al periodista en esta grabación, cree que, efectivamente, alguien ha dado la voz de alarma para que todos los menores se escondan. "Evidentemente sí. Donde estábamos parados, antes de subirnos a las motos, los más probable incluso que los guardias son cómplices de los que están dentro", reflexiona.

Mientras ellos se montan en las motos para marcharse, los cámaras captan una imagen impactante que les perturba. "Viene alguien andando con un machete, ¡un niño!", exclama. "Se ha metido aquí a la derecha", indican. Jalis persigue al chico, pero no logra alcanzarle. "O sea, están los menores realmente trabajando, pero están escondidos en esta zona".

Unos jóvenes caminan por la senda por la que circula el equipo. El intérprete aprovecha la ocasión para preguntarles a quién venden el cacao que producen aquí y si hay menores trabajando. "No", responden sin más. Seguidamente, les enseñan el vídeo que tomaron hace unos días con un teléfono móvil, en el que puede verse a niños trabajando en estas tierras. "Dice que no lo sabe y aunque lo supiera no nos lo va a decir".

El equipo vuelve a montarse en las motos y se marcha. Todos aquí saben lo que se cuece pero nadie dice nada. Hay muchos intereses. Los niños, y los agricultores son el eslabón más débil de una cadena llena de intermediarios que están haciendo negocio a su costa.