Ismael Calahorro, el director financiero de Grúas Barragán, se enfrenta al final de su paso por El Jefe Infiltrado a uno de sus empleados, de quien, durante el tiempo en el que estuvo camuflado como aprendiz, descubrió que no notificaba a la empresa cuando acababa un servicio con el fin de tener tiempo para otros quehaceres, como irse a tomar un café.
Su primera pregunta es demoledora. "¿A ti no te han dicho de pequeño que mentir está muy feo?". Ante las excusas del trabajador, Ismael reformula la cuestión y ataca de una manera frontal. "¿Por qué cuando acabas una asistencia me dices que has acabado a una hora cuando has terminado antes?". Pedro no lo ve tan grave y lo califica como "media hora de cortesía", pero promete que a partir de ahora lo hará como le digan. No hacer fotos a los vehículos a los que ha prestado servicio es otra de las faltas graves detectadas. "En la normativa viene que es obligatorio", recalca el jefe.
Pero no todo han sido errores. "Me sorprendió muy gratamente que en todo momento estuvieras pendiente de mí. Quiero agradecerte cómo te comportaste conmigo. (...) Me trataste como a un amigo", reconoce Ismael.
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Por ello, Grúas Barragán decide recompensarle otorgándole el dinero que costaría el minibús que tanto ansía comprar el empleado. "Os tendré que dar una vueltecita", le dice a Ismael.
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Héctor Pérez, dueño de Forno de Lugo, se quitó la máscara el día de las revelaciones tras su infiltración en la empresa. El jefe infiltrado reveló su verdadera identidad y tuvo que hacer frente a algunas situaciones bastante tensas.