A lomos de dos caballos de pura raza árabe, Boris Izaguirre y la periodista e historiadora Carmen Sánchez-Risco llegan a las afueras del Conjunto Arqueológico Madinat al-Zahra, más conocido como Medina Azahara. Situada a unos 8 kilómetros a las afueras de Córdoba, a los pies de Sierra Morena, Medina Azahara fue una ciudad palatina construida por orden de Abderramán III entre los años 936 y 976 con un inicio prometedor y un final trágico.

"Me siento como si viniera a rescatar una princesa. Bueno, o un príncipe en este caso", comenta el presentador de 'Desmontando' al divisar desde su caballo los restos de la ciudad que un día fue el más hermoso ejemplo de esplendor de Al-Ándalus. "Ahí la tienes, una parte de Medina Azahara que se divisa ya desde aquí, maravillosa. (...) Las crónicas la describen como un lugar de ensueño". Para su construcción "se utilizaron mármoles que llevaron desde Portugal, muros de estuco finamente labrados en blanco que se combinaban también con una decoración en rojo Almagra", explica la historiadora.

Cuando Boris pisa por primera vez el suelo de Medina Azahara, le embarga la emoción. "Te voy a decir una cosa. Yo me imagino en este momento a Abderramán III paseando por este lugar tan extraordinario y diciendo: 'He conseguido mi sueño y me ha quedado extraordinario, mejor que mis antepasados'", comenta a su acompañante.

Este lugar era el centro de poder del califato de Córdoba. "Fue una ciudad muy importante y era la manera en la que Abderramán subrayaba o ponía de manifiesto que asumía su cargo de Califa con todas las dignidades. (...) Es un símbolo de independencia, una forma de decir a los otros califatos que había en Oriente: 'Señores, aquí estoy yo'", cuenta la periodista.

Sin embargo, "fue un sueño con pretensiones de eternidad que terminó siendo bastante efímero, porque a pesar del fasto y del empeño de Abderramán, la ciudad solamente vivió ocho décadas, 80 años (...) Medina Azahara se creó y se destruyó por lo mismo, porque era el símbolo del poder omeya. Y, entonces, a ese fin, cuando se desató la Guerra Civil, la Fitna que llaman las crónicas árabes, unas tropas bereberes llegaron aquí, arrasaron la ciudad, no dejaron nada".

La ciudad permaneció dormida, desaparecida, sin importancia ninguna. "Nadie reparaba en esta maravilla hasta que en 1911 fue descubierta. Se iniciaron las excavaciones y por eso podemos disfrutar de ella ahora".

Para que podamos disfrutar de ella en todo su esplendor, el equipo de 'Desmontando' nos ofrece una impresionante recreación con todo lujo de detalles. La ciudad disponía de una sala de audiencias, edificios gubernamentales y talleres de artesanía en los que se fabricaban exclusivamente objetos de lujo. Contaban con un gerente de la ciudad, un juez y un jefe de la Guardia.