Todas estas personas han cambiado la vida a alguien sin esperar nada a cambio. Sus historias quedan recogidas en una web con un único objetivo: crear una red de generosidad.

La idea le llegó al autor después de enterarse de que a una familia le habían robado las bicicletas: "Era su único medio de transporte. Entonces mi hijo tuvo una idea: "¿Por qué no les compramos bicis nuevas?" Tardaron varias horas en localizar a la familia, pero no se rindieron hasta entregárselas: "El padre no paraba de decir: me gusta la bici, me gusta la bici".

Para compartir la historia fundó la web y enseguida le llegaron otras como la de esta chica: "Cada vez que abría mi iPad me acordaba de los niños autistas que lo necesitaban mucho más que yo". Donó el suyo, cundió el ejemplo, sus amigos le dieron 3 más, y se encargó personalmente de entregarlos.

No personalmente, pero sí por carta enviaron dos niñas 67 dólares a una ONG. Los consiguieron recopilando basura en su vecindario puerta por puerta. Un poco más lejos se fue este chico, quien descubrió en África que los balones de fútbol cambiaban la cara de los niños: "Hable con mi padre y le dije: por que no podemos traer más balones a estos niños?".

Recopiló 1.200 y los entregó a escuelas sudafricanas. Todos actos generosos que contagian, como el de esta señora. Entregó todo el dinero que tenía a una viuda. Sus amigos se lo agradecieron regalándole el coche que necesitaba por su cojera.