Tomaron Agreal durante años para paliar los sofocos de la menopausia porque no sabían que no debían consumirlo más de tres meses. "Me he intentado suicidar muchas veces", cuenta Isabel Escudero, una afectada por el consumo de Agreal.

"Era peor que una depresión. No tenías ganas de nada", afirma María Font, otra de las afectadas.

Depresión, ansiedad, pérdidas de memoria y lo peor, dicen, fue tener que dejarlo cuando prohibieron su comercialización.

"A mí si me faltan las pastillas, estoy como una drogadicta", explica Josefa Piñón, que denuncia las secuelas del medicamento de Agreal.

Aseguran que ni esta larga lista de efectos secundarios, ni el tiempo oportuno de ingesta, se reflejaba en el prospecto español, aunque sí en el francés o el italiano. Por eso piden una indemnización de cinco millones de euros.

"Para mí la sensación era como si tuviera un bicho dentro que me estaba comiendo poquito a poco", dice Rosario Carmona, también afectada por consumir Agreal.

En esta ocasión son ellas quiénes han denunciado al laboratorio. El juicio se está desarrollando en Valencia. Pero son más de 2.000 las mujeres que lo han venido denunciando en los últimos años.

Según su abogado, este juicio es más relevante porque presentan un informe novedoso que el laboratorio entregó a la agencia europea del medicamento. Acredita, dicen, que la propia farmacéutica, en Francia, conocía desde hace tiempo los efectos adversos del fármaco.

"La farmacéutica trata de negar cualquier evidencia, incluso si proviene de ella", señala el abogado Francisco Almodóvar.

El laboratorio sostiene que no se trata de un informe nuevo. Dicen que varios jueces lo han desestimado en anteriores procedimientos, aunque estos años han hecho frente a indemnizaciones de unos 900.000 euros para algunas denunciantes y aseguran que "bien utilizado era un medicamento seguro y beneficioso".