Sophie llegó sufriendo desde Camerún hace nueve años." Soy una mujer triste", se define. Ha sufrido abusos sexuales, maltrato y servido como moneda de cambio por tratantes de personas. “No se puede dejar atrás, porque son cosas que no se pueden olvidar”, explica.

Le prometieron que en España tendría una vida mejor pero no fue así. Aquí recibió palizas, amenazas y fue obligada a prostituirse otra vez. Una asociación le ayudó a recuperar su dignidad y las ganas de vivir. “Hago también un curso de manipulación de alimentos e informática", cuenta.

Sophie llegó a una de las once asociaciones gallegas que integran la Red Galega contra la trata. Aquí recibió manutención, atención psicológica, jurídica y cariño. "Puede tener habilidades sociales o no tenerlas, primer se hace un estudio del caso y se va trabajando aquellas necesidades que muestre la víctima", comenta Daniel Bóveda, el portavoz de la Rede Galega contra a trata.

Las víctimas también llegan a estas asociaciones tras una operación policial, como la del pasado miércoles en Barcelona, donde han sido 15 los detenidos en una red china acusados, presuntamente, de introducir mujeres en España para prostituirlas. El miedo acompaña a las mujeres incluso después de liberadas.

Desde Rede Galega contra a trata explican los motivos que empujan a estas mujeres a obedecer. “Chantaje de que te que te matan a un familiar, a un hijo…y el miedo es libre”, asegura. Víctimas y asociaciones piden más acciones y medidas legislativas para erradicar tanto sufrimiento.