Cabizbaja y con el rostro serio, la acusada llegaba a los juzgados y poco después de sentarse asegura sentirse muy arrepentida: "Yo no he querido acabar con la vida de esta persona. Lo que me ha pasado ha sido por el alcohol. Lamento mucho lo que le está pasando a su familia y a la mía".


En un primer momento ante la Policía, la acusada aseguró que el hombre al que apenas conocía la siguió hasta su heladería e intentó abusar de ella. Pero en una imagen, horas antes del crimen, se le ve acompañada de la víctima en un bar de la zona. Tras media hora lo abandonan voluntariamente juntos y de la mano.

Esa noche había bebido mucho y precisamente ese es uno de los ejes de su defensa: el alcohol. Asegura que no recuerda haberle golpeado ni asfixiado: "Tengo como lapsus, estaba demasiado borracha y no tengo visiones claras de lo ocurrido".


Según su versión ante el juez, se despertó en un charco de sangre, con el cuerpo del hombre a su lado y se asustó: "Sentí miedo y pánico y lo introduje en el congelador".


La Fiscalía pide para ella ocho años y medio de cárcel. Estaba borracha y posteriormente se entregó y confesó el crimen, algo que cuenta como atenuante. Pero la defensa de Manuel Martín, la víctima, no está de acuerdo: "Las pruebas objetivas son las que hablan y son los cuerpos de ambos, el cuerpo de él tiene múltiples lesiones y el cuerpo de ella no tiene ninguna". La acusación pide para ella 20 años de prisión.