Desde el primer momento lo supo. "No era capaz de pensar en nada, solamente que no volvería a ver a mis hijos". Ruth Ortiz ha descrito a un José Bretón completamente diferente al que escuchamos. "Estaba totalmente anulada, era como un robot que respondía a sus órdenes. Ni podía hablar aunque quisiera, ni podía tomar ninguna decisión", ha declarado la madre de los pequeños.
Con sus hijos la relación tampoco era tan idílica como él aseguró. "Con los niños no era cariñoso. Los controlaba porque tenía la opinión de que estando los niños despiertos no se podía ni pestañear. Era una obsesión y un control excesivo, no les dejaba actuar como niños".
Ruth había llegado incluso a normalizar las numerosas manías que tenía su exmarido. "No le gustaba tocar las barandillas del autobús, ni sentarse en los asientos o bancos de un parque. Se ponía tapones en la mesa para no oir el ruido normal de la gente al comer".
Además ha contado algunas de sus conversaciones, realmente inquitantes. "Le escuché decir que él no se iba de este mundo sin matar a alguien. En ese momento yo me lo tomé como un 'hablar por hablar', pero ahora sé que he estado viviendo con un asesino en potencia".
Ha explicado que fue en los últimos meses de matrimonio cuando empezó a tenerle miedo. Por eso, durante la separación, no quería dejarle solo con los niños. Ruth Ortiz ha recordado la llamada que le hizo José Bretón para contarle que sus hijos habían desapaerecido. Le habló con una frialdad y una tranquilidad sorprendente. "Se me han perdido los niños, qué le vamos a hacer (...) Como tendrás que venir a Córdoba puedes quedarte en casa de mi madre".
Por eso, y por otros motivos, Ruth asegura que Bretón nunca perdió a sus hijos. Tras el interrogatorio, la madre de los pequeños se ha ido de la sala muy afectada y sin cruzar la mirada con el presunto asesino.
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