Nadia madruga cada mañana y acude a un centro clínico, donde desayuna, dibuja y está con sus amigas. Una rutina aparentemente normal, pero que ella hace bajo supervisión después de que a los 14 años le diagnosticaron anorexia.

"Pensé que iba a ser algo puntual, hasta que empiezas a ver que poco a poco eso cada vez va siendo más frecuente y ahí es cuando te asustas, pero ya no hay vuelta atrás porque ya te has metido y tu sola no puedes salir", dice Nadia Rodríguez.

Dos años después, sigue luchando por controlar de nuevo su vida, pero necesita acompañamiento 24 horas. En un centro privado este tratamiento puede costar cerca de 2.000 euros al mes, una opción prohibitiva para muchas familias que tampoco pueden depender de los centros públicos porque no tienen centros adaptados para la cantidad de enfermos que hay ahora mismo".

La Consejería de Sanidad de Madrid dice que el seguro escolar de la Seguridad Social cubre la asistencia hasta que el paciente esté curado, pero en la letra pequeña se se puede leer que "no se prorrogará más de un año y medio". "Si me voy de aquí ahora mismo, aguantaría un mes", afirma Nadia Rodríguez.

La media de recuperación de las personas con trastornos alimentarios está entre los cuatro y seis años, dejarlo antes de tiempo sería un paso atrás. "El riesgo de recaída es muy alto, estamos hablando casi del 100%", afirma uno de los médicos.

La madre de Nadia ha iniciado una campaña de recogida de firmas. Pide que se financie el tratamiento completo y se abran más unidades especiales en hospitales públicos para que Nadia y el resto de afectadas puedan volver a ser dueñas de su propia vida.