Primero fue un jabalí muerto de 25 kilos. Después, un huerto con frutas de todo tipo. Y hasta un tendedero de ropa interior. Lo último, hace dos semanas, una motocicleta. Desde hace dos meses, alguien utiliza la única cabina de Aretxabaleta como plataforma artística.

Y aunque pocos saben quién está detrás: "Sospechamos quiénes han sido, pero yo no soy una chivata", afirma Ana Bolinaga, alcaldesa de Aretxabaleta. Todo apunta a un juego entre cuadrillas: "Juegan a ver quién es más original", dicen los vecinos.

Desde hace dos meses, la cabida de Aretxabaleta se ha convertido en toda una atracción. Cita obligada para todos los vecinos los domingos por la mañana, para ver si depara una nueva sorpresa. Tras dos semanas de "descanso", aquí están convencidos que los carnavales traerán una nueva aparición.