"Al pueblo". Es la respuesta que más se escuchan ante la incógnita de qué hacer en el verano más atípico de nuestras vidas. Después de meses de confinamiento, y con el coronavirus presente, el turismo de proximidad está siendo, sin duda, el más exitoso en nuestro país. Y uno de los lugares más elegidos son los parques naturales.
"Después de meses encerrados en casa, decir que nos vamos a un parque natural es liberarse, conocer y disfrutar la naturaleza. Es lo más bonito que se puede hacer", reconoce José Miguel San Román, biólogo y monitor responsable de la Casa del Parque 'El Palomar' en la Reserva Natural 'Las Lagunas de Villafáfila', Zamora.
Quedarse en España hace que descubramos rincones a los que nunca habíamos prestado atención: "Muchas personas desconocen realmente lo que tienen a su alrededor. Basta para que tengas los sitios cerca de casa, para que te vayas muy lejos", asegura el biólogo.
Desde las Médulas, los Picos de Europa o las zonas de Babia y Luna en León, pasando por el Cañón del Río Lobos en Soria o la Sierra de Gredos en Ávila. Castilla y León es una de las regiones con mayor índice de biodiversidad de la Unión Europea. Pero no es la única, España está repleta de paisajes diferentes y protegidos, reservas de la biosfera o Parques Nacionales.
La Sierra de las Nieves en Málaga, Despeñaperros en Jaén o Sierra Nevada en Granada; el Valle del Jerte o la Garganta de los Infiernos en Cáceres; los parques naturales de Armañón o Gorbea en el País Vasco; las dunas de Corrubedo en Galicia… Y un larguísimo etcétera.
Más ganas de naturaleza, pero menos huella en ella
Escuchar el sonido de los pájaros, descubrir el nacimiento de un río o descansar a la orilla de un lago son algunos de los placeres que están descubriendo muchas personas este verano. Aunque las ganas de conocer nuestro entorno aumenten, no debemos dejar nuestra huella en ellos, es esencial cuidar el paraíso natural que tenemos.
En el parque natural de Villafáfila en el que trabaja San Román, "encontrar basura es rarísimo. Es muy difícil encontrarte siquiera un papel de un caramelo", dice, y confiesa que, tanto él como sus compañeros, siempre recogen todo lo que se encuentran: "El aspecto es siempre de estar limpísimo y eso invita a la gente a mantenerlo así".
Tan limpio es el entorno en el que trabaja, que los años anteriores, en los que participaron en la recogida de basuraleza del proyecto LIBERA, de Seo/BirdLife en alianza con Ecoembes, "solo hemos recogido alguna lata o papel, pero ha sido mínimo. Incluso creo que puede haberse volado desde el pueblo", explica orgulloso.
Además, para este monitor es muy importante que la gente disponga de papeleras y contenedores en los que poder reciclar, y en el parque las tienen. Pero no son los únicos, en todas las Casas de los más de treinta Parques Naturales de Castilla y León, por ejemplo, los usuarios pueden echar sus residuos de un día de campo en el contenedor amarillo (envases de plástico, latas y briks), azul (papel y cartón) o en el de resto (incluidos los guantes y mascarillas).
A un paisaje lleno de basura nadie quiere volver
"La gente cada vez está más concienciada, meten los residuos que generan en la mochila y cuando llegan a su punto de origen, donde tienen aparcado el coche, lo tiran en el contenedor que corresponde", asegura Javier Valenzuela, director de Comunicación y periodista ambiental de la Fundación Patrimonio Natural de la Junta de Castilla y León.
Aunque en lugares por los que transitan tantas personas siempre hay "un porcentaje mínimo" que tira algo al suelo. Para esos caminantes, que todavía no están concienciados en la importancia del cuidado del medio ambiente y en lo perjudicial que es la basuraleza, los parques naturales se lo ponen fácil: tanto en los inicios de las rutas, como en los centros de información, hay contenedores de reciclaje. El esfuerzo es mínimo, no hay ninguna excusa válida para dejar el papel del bocadillo o la lata de refresco en mitad de un precioso manto de hierba.
vas a querer volver a un sitio como al que has llegado"
Y esa es también una de las funciones de San Román y el resto de monitores que trabajan en los parques naturales: no solo te detallan qué ruta es mejor hacer con niños o, en caso de disponer de poco tiempo, "también te damos recomendaciones para que quieras volver y está claro que no vas a querer ir a un sitio que está lleno de basura, vas a querer volver a un sitio como al que has llegado", insiste Valenzuela. Por eso, siempre recuerdan la importancia de respetar la flora, la fauna y, por supuesto, no contaminar el entorno.
Una concienciación que empieza en los más pequeños: "Así es como se consigue que cuando sean mayores cuiden el medio ambiente", dice San Román, que explica que durante las visitas escolares es muy estricto: "Cuando se comen el bocadillo les decimos: aquí no puede quedar nada, si me encuentro algo en el suelo, estáis todos castigados". Y nunca queda nada.
Más que naturaleza, nuestra historia
"Ir a un parque natural no es solo disfrutar de la naturaleza, es enamorarte del lugar para cuidarlo y querer volver", asevera Valenzuela. Acercarse a un parque natural es recorrer la historia de nuestros antepasados, echar un vistazo al pasado para comprender el presente y atisbar el futuro.
"Si no lo conoces, no lo amas", y para conocerlo hay que acercarse a él a través de la transmisión de los valores históricos para crear vínculo. "La naturaleza se disfruta desde todos los sentidos, pero también desde el corazón", expresa Valenzuela.
Por eso en todas las Casas de los Parques Naturales de Castilla y León, el punto de referencia y encuentro, hay un rincón de la memoria, "que cuenta cómo era el pasado en esa zona, cómo se vivía y eso también es muy importante", explica el biólogo San Román.
Seas del rincón de España que seas, seguro que muy cerca tienes un entorno natural que descubrir: encuéntralo, disfrútalo y, sobre todo, cuídalo, porque nunca sabes cuándo vas a poder volver.
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