Apenas lleva unas horas en España y  la voz del padre Toño ya se ha escuchado alta y clara: "Creo que he sido honesto, porque nunca entendí mi captura, al final nunca me hubieran echado del país si no me hubiesen metido miedo".

Llegó en un vuelo directo desde El Salvador donde ha vivido 15 años luchando contra la violencia, intentando la rehabilitación de los pandilleros y en contacto directo con las maras en la cárcel. Allí pasó sus últimos 37 días temiendo lo peor. "Tuve que acoger esa oferta que me hicieron de la confesion extrajudicial, primero porque yo no hubiera aguantado seis meses mi salud en un penal en las condiciones en las que se vive", indica el padre Toño.

Condenado a 30 meses de trabajos sociales sin mantener  contacto con ningún pandillero ni visitar ningun centro penal, el padre Toño se quedará en España al menos los dos próximos años: "Volveré dentro de cinco o seis meses, luego a España otra vez, pero despacio, voy a volver despacio".

Quince años trabajando con víctimas de la violencia es una gran experiencia  que espera compartir" en diversas instituciones internacionales para dice, dar voz a los que no la tienen.